Se quedaron en la Primera Fase los futboleros tricolores olímpicos.
Un equipo ignorado por los dirigentes, que no contó con las condiciones y el tiempo necesario para consolidar su proceso y su juego, terminó perdiendo el decisivo ante la escuadra coreana.
Aunque fue mucho mejor que su adversario en 90 metros, no supo hacerlo valer en los últimos 15, en esa zona en la que se ganan
los partidos que en el medio campo se dominan.
Así, inexorable pero comprensiblemente, se produjo el enésimo fracaso futbolero para México, el País del no pasa nada.
Un País al que en realidad, mucho más que este fracaso futbolero y que la ausencia de medallas olímpicas, lo lastiman en ámbitos más importantes la baja educación, el desinterés, la abulia, la improvisación, la tradicional y ominosa presencia de nudos de corrupción y nidos de gaviota.
Si en asuntos de mayor importancia la impunidad prevalece, con total desparpajo lo hace en el irrelevante mundo del futbol.
Nada pasó tras el tremendo susto eliminatorio de 2013, nada pasó después de la vergonzosa goleada sufrida ante la Selección Chilena en la Copa América, y nada pasará con esta comprensible, pero imperdonable derrota olímpica en canchas brasileñas.
Olímpicamente será olvidada, ignorada, no habrá quien saque de ella las indispensables enseñanzas... y todo seguirá igual.
Porque acá, como por desgracia sucede con asuntos más importantes, también los fracasos futboleros quedan casi siempre impunes.
Y por eso siguen produciéndose.
gomezjunco@mural.com
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