Futbol sin parque

Francisco Javier González
en CANCHA


Esa maldita costumbre de voltear a ver al de al lado cuando hay que clavar la vista en el espejo vuelve a hacer su aparición.

Y entonces pensamos qué hubiera pasado si el "Potro" llama a Orbelín, si los clubes hubieran apoyado en la preparación, si el "Chícharo" hubiera aceptado la convocatoria y si hubiera entrado ese remate que pegó en el poste.

México fue un equipo perdedor que

formó parte de una delegación, hasta hoy, igualmente perdedora.

Y no obstante lo que se diga en el momento del ardor, no es un mal equipo. O por lo menos sus integrantes no son de baja calidad. Pero sufrió la misma enfermedad que aqueja al futbol mexicano desde sus orígenes en la escena internacional: pocas veces ha sabido ganar.

Los ratos buenos contra Alemania y la doble ventaja que se tenía no alcanzaron más que para ilusionar.

La decepción del primer tiempo contra Fiji fue enderezada en el segundo con una goleada que fue menor que los ocho y 10 que las Islas recibieron de los otros dos rivales.

Y contra Corea, equipo corriente, pegador y más molesto que la sarna, no apareció nunca la calidad que volvió a encerrarse en la poca creatividad e incapacidad de combinación de un equipo que debió dar más.

El porqué se nublan las ideas para abrir a un rival como el de ayer tiene que ver con esa dificultad cercana a lo genético para librar obstáculos asequibles.

Y seguro que no es solamente un problema que tenga que ver con lo mental; la capacidad de arrebatar, acertar y mostrar fiereza también son indicadores de una calidad que hoy vuelve a ser puesta en entredicho.

Se aprende jugando y estas derrotas sirven entre otras cosas para saber quién da el ancho -o puede darlo- y los que se quiebran ante la presión.

Salta nuevamente la falta de delanteros eficaces nacidos en México y por lo tanto susceptibles de ser convocados al Tri.

Temblar cuando se confirmó la baja de Oribe Peralta fue un síntoma inequívoco: no había nadie más en quien confiar para resolver el problema.

Si volteamos a los equipos de la Liga, tampoco encontramos mucho más que promesas por confirmar o delanteros de segunda y tercera oportunidad.

Conclusión: México queda fuera de los Juegos Olímpicos en futbol porque no tiene con qué matar como se debe ni a las Islas Fiji.

La delegación está triste, como suele suceder en estas grandes justas. El futbol tampoco ayudó a hacer más agradable la estancia en Río.

Por lo que sea, nos falta tamaño.

 
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