San Cadilla
en CANCHA


Por qué nos 'clavaron'
 
 
Los clavados son un deporte de apreciación, en que las calificaciones dependen no sólo del grado de dificultad del clavado y de la calidad de su ejecución, sino también del criterio, estado de ánimo, línea y quién sabe qué tantas cosas más que traiga cada juez.

México no llegó a los Juegos políticamente bien parado frente a la Federación

Internacional de Natación (FINA), el organismo que sanciona las competencias de esta disciplina a nivel mundial.

Primero, Jesús Mena ya no es el titular de Comité Técnico de Clavados de la FINA, como lo era cuando se celebraron los Juegos Olímpicos de Londres 2012, lo que en su momento ayudó a que las evoluciones de los clavadistas mexicanos fueran vistas con muy buenos ojos.

Segundo, y probablemente más importante, la Conade y la FINA se encuentran enfrentados en un proceso jurídico.

Las autoridades deportivas mexicanas se niegan a pagar los 5 millones de dólares de multa que impuso el organismo internacional por desistirse de organizar el Mundial de 2017 e insisten en que les regresen 10 millones de dólares que ya habían invertido.

El titular de Conade, Alfredo Castillo, ha criticado la codicia y los contratos leoninos de la FINA.

Pero la federación internacional quiere su pago e incluso tiene sancionados a los deportistas mexicanos con no poder utilizar su bandera ni competir bajo sus colores en las competencias que sanciona.

De hecho, el que pudieran participar como representantes de México en Río 2016 fue un favor de la FINA al presidente del Comité Olímpico Mexicano.

Ayer, Castillo se quejó amargamente de las bajas calificaciones para los clavadistas mexicanos. Él no lo dijo abiertamente, pero detrás del "mal humor" de los jueces, bien pudiera estar la pugna Conade-FINA.

Los hechos ahí están: Las dos parejas mexicanas de clavados sincronizados desde la plataforma que obtuvieron medallas en Londres 2012, Germán-Sánchez-Iván García y Paola Espinosa-Alejandra Orozco, ni siquiera se acercaron al podio en Río 2016.

 
 
 
Al fin lo calla...

 
Dicen que el más feliz en Pumas es Pablo Barrera y no porque al fin metió un gol, que salvó a la UNAM de perder en Aguascalientes, sino porque así le puso un alto a Francisco Palencia.

Y es que su director técnico ya se lo traía de encargo, no sólo el sábado ante Necaxa, sino todo el torneo, gritándole todo el tiempo incluso cuando él no tiene ni vela en el entierro en errores de los auriazules.

Cuentan que después de empatar in extremis el juego ante los Rayos, Palencia le bajó como 10 rayitas a sus regaños para el "Dinamita", por lo que le ha regresado la sonrisa al rostro.

Ahora Pablito ya sabe lo que tiene que hacer para llevarse la fiesta en paz...

 
 
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