En el futbol no todo se explica, no todo tiene respuesta, no todo tiene sentido, no todo es justo y no todo es lógico. Por eso es apasionante.
Antes de enfrentar al América, el equipo de Ferretti no había ganado ni tampoco había marcado gol. 90 minutos después, los atributos viraron eufóricamente 180 grados: los Tigres están invictos y aún no han aceptado gol en su portería.
Si el
futbol se ha hartado de mostrarnos que el éxito jamás es definitivo, aceptemos de una vez por todas que el fracaso tampoco es fatal.
Siete días después, el mismo plantel que abandonó entre laureles el Azteca venció con la mínima diferencia a unos Jaguares que supuestamente llegaban al Universitario como presa fácil para ser goleados.
Alrededor de estos dos marcadores, muchos dirán que se jugó mejor en la Capital que contra los chiapanecos, cuando todas las mediciones diferentes al marcador dicen los contrario, porque de entrada, los Tigres dominaron al equipo de Cardozo ligando más pases que frente a las Águilas, teniendo más tiempo la pelota y, sobre todo, rematando 23 veces al marco de Óscar Jiménez por sólo 13 sobre el portero Hugo González.
A todo esto agreguemos los dos claros penales que no les marcaron a favor, el poste a tiro de Gignac y las dos atajadas de altos vuelos que evitaron anotaciones por parte del guardameta chiapaneco.
Y lejos de eliminar pases para ser más verticales, el concierto de 500 toques, donde 424 fueron concretados, tuvo una característica minimalista: se despojaron de los elementos sobrantes, depurando a uno o dos toques la transición de "recibir y dar", optimizando así la velocidad del balón para impedir que el visitante rectificara en los espacios.
Además, el equipo fue mucho más agresivo recuperando balones en campo rival. Pero en términos generales ellos jamás perdieron la singularidad de poseer el balón un 60 por ciento del tiempo.
La mención honorífica se la lleva Zelarayán por el 90 por ciento de la precisión que ejerció en sus 40 pases, donde el 75 por ciento de éstos fueron en campo rival.
Del otro lado de la ciudad, los Rayados con sus medias rojas recobraron esa identidad que los encumbró el torneo pasado. El equipo de Mohamed literalmente ahogó al local en largos lapsos del partido, orillando a los de Tena al abuso de las faltas.
Y con el 1-0 a favor, solventaron el trámite mermando la productividad de Elías Hernández, aunado al letal desdoble.
En sus dos partidos de visita, Rayados, promediando menos de 210 pases, ha sumado más de 24 remates sobre la portería del local. Entre la perfección y la eficacia, el Monterrey apuesta a lo segundo. ¿No cree usted?
Aplausos a Funes Mori y mención para Ivan Piris y Chará.
PD. Del futbol aprendí que es mejor no preocuparse demasiado.
Lo escrito, escrito está.
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