El doloroso cambio de piel

Francisco Javier González
en CANCHA


La reparación pública de Juan Carlos Osorio tras 45 días de auto exilio ha traído sus conclusiones.

El técnico de la Selección cotejó, consultó y analizó todo lo sucedido dentro y fuera del campo y también pulsó sus convicciones con algunos de sus colegas que han pasado por crisis similares para encontrar la luz.

El trabajo de introspección del DT ha sido acucioso y doloroso. Pero

dice tener ya conclusiones claras.

Con video en mano, como publicó ayer CANCHA, tendrá una confrontación "de hombres, con toda la honestidad y el compromiso posible" con sus jugadores en la siguiente convocatoria.

Como el Demian de Hermann Hesse, el cambio de piel tras la tragedia de Santa Clara ha sido muy sufrido. En el rostro parecen asomarse huellas de las dos batallas que tuvo: la externa por las consecuencias y la interna por su espíritu.

La actuación que pueda tener la Olímpica en Río aliviará la imagen o la descompondrá aún más. El ánimo será influido para cuando llegue la nueva cita de la Selección mayor; a fin de cuentas la de las tareas pendientes.

Osorio está convencido, pero la duda es saber si lo bien que empleó esos 45 días, habrá obrado de la misma manera en todos y cada uno de los jugadores participantes en el naufragio.

¿Tendrá este equipo la madurez para hablar entre hombres, de frente y con honestidad de todo lo sucedido? ¿Se reconocerán los errores como única alternativa para poder corregirlos? ¿O cada uno de ellos estará tan ocupado en sus clubes que no han dado paso a ese acto frente al espejo que ahora podrían compartir como grupo?

Una situación como ésta, en la que forzosamente habrá tensión y argumentación, requiere de sinceridad, interés y compromiso para que no termine en fractura.

Hay muchas historias que hablan de la sensibilidad de un grupo de futbolistas -y más aún cuando se trata de una Selección- que termina haciéndolos vulnerables.

Osorio tiene la misma intención que la Federación: continuar para remontar el vuelo.

Saber si lo logrará es sin embargo menos importante que el crecimiento que como colectivo pueda tener el equipo mexicano tras la inolvidable derrota.

En otras palabras, quien está a prueba no es Osorio sino los propios jugadores.

Si son capaces de abandonar el confort, empuñar su orgullo y dejar de chatear todo el santo día para ocupar de mejor manera su mente, el 7-0 puede convertirse en un renacimiento; en un cambio de piel colectivo como el de Demian cuando se convirtió en hombre.
 
 
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