El maratón olímpico de San Luis Missouri de 1904 fue ganado por Thomas Hicks, a quien se le suministró estricnina en dosis adecuadas para ser un estimulante muscular.
El uso de estricnina no estaba restringido por lo que Hicks pasó a la historia como ganador de ese maratón olímpico.
Ese fue de los primeros casos de apoyos químicos ofrecidos a los atletas, que antecedieron a la grave
epidemia de dopaje que actualmente ensombrece a los Juegos Olímpicos y a gran parte del deporte mundial.
Primero fueron algunos atletas y sus entrenadores, y luego algunos mánagers promovieron el uso de ayudas clínicas en el afán del dinero.
Después se sumaron a la iniciativa algunos laboratorios, incluidos algunos dedicados al antidopaje, que se prestaron a encubrir algunos casos.
Pero la escalada sigue. El Reporte McLaren, elaborado por la WADA, no deja lugar a dudas: En Rusia se sustituyeron muestras sospechosas por muestras limpias por instrucciones de los más altos niveles del deporte ruso.
A muchos atletas no se les han podido aplicar pruebas fuera de competencia durante varios años, porque viven concentrados en instalaciones militares de acceso restringido.
En eso se basó el veto de la IAAF en contra del atletismo ruso para los Juegos Olímpicos de Río.
Cierto que debe haber atletas limpios. Pero llegar a saber quiénes son ellos se antoja una misión imposible, por lo que sólo se autorizaría a quienes hayan vivido y sido muestreados fuera de Rusia.
La parte más comprometida la enfrenta Thomas Bach, presidente del Comité Olímpico Internacional, la máxima autoridad sobre los Juegos Olímpicos, quien por momentos parece interceder a favor de Rusia.
Vladimir Putin salvó los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi 2014 al invertir 51 mil millones de dólares, lo que generó un fuerte compromiso de Bach para con Putin.
El problema es que en caso de que el COI sea tolerante para con Rusia sentaría un precedente de inmunidad que llevará la problemática del doping a niveles de estado, en un momento en el que los intereses políticos y económicos van mucho más allá que la travesura de suministrar un miligramo de estricnina y unos tragos de brandi a Hicks para ayudarle a ganar el maratón olímpico.
Bach tiene la última palabra.
Recuerda que correr es salud y algo más... mejor calidad de vida.
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