Crítica independiente

Roberto Gómez Junco
en CANCHA


Otro sería nuestro futbol si cada quien desempeñara lo mejor posible su propio rol.

No sólo los jugadores como primordiales protagonistas, sino también los directores técnicos, los preparadores físicos, los dirigentes, los árbitros, los aficionados... y por supuesto los periodistas.

En México, la crítica futbolera ha navegado tradicionalmente entre dos extremos muy marcados. En uno,

los porristas que todo lo han visto y siguen viéndolo color de rosa, o de un reluciente blanco, todo positivo y muy bien hecho; y en el otro, quienes todo lo ven siempre negro y consideran que nada rescatable hay en nuestro balompié.

Unos en el afán de quedar bien con la mayoría, otros por el placer de destrozar según se les va antojando; y dando tumbos de un extremo al otro, quienes alaban o destrozan dependiendo del destinatario y cuando así les conviene hacerlo.

Muy pocos capaces de ubicar las cosas en su justa dimensión; de distinguir, entre el blanco y el negro, los diferentes tonos de grises. O con la honestidad y la independencia necesarias para guiarse por los propios principios y no por ninguno de los tantos intereses que contaminan o pretenden contaminar su tarea.

Pululan, por desgracia, los que hablan bien o mal de cada cual en función de la relación que tienen con los jugadores, los técnicos, los dirigentes, los patrocinadores o los dueños de los equipos; o en función de la relación de todos ellos con el medio en que colabora quien ejerce la crítica.

¿Y si mejor cada quien se dedicara a decir o escribir no tanto lo que "vende" sino lo que en realidad piensa, fundamentando adecuadamente lo que dice y escribe?

Entonces podría aspirarse a una auténtica crítica independiente, constructiva, en lugar de la tendenciosa y acomodaticia que en términos generales actualmente prevalece.

Para juzgar cómo juegan otros, que primero cada quien revise y realice lo mejor posible su propio juego.

No hay que ser.

 
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