Caído, pero rey al fin

Francisco Javier González
en CANCHA


La Final de la Euro volvió a enseñarnos de qué se trata este juego: más allá de dominar, proponer, intentar y poseer, lo único que hace la diferencia es el número de goles anotados.

Por supuesto que hay un camino que favorecerá más que otro el llegar a esa meta. Pero escrito no hay nada, con la disculpa por el lugar común.

Como todo partido trascendente que se precie, hubo detalles

que de lo anecdótico han saltado a lo épico de la narrativa gracias al resultado final.

Las atajadas de Rui Patricio, los ataques fallidos de los anfitriones, la organización portuguesa para resistir al adversario.

Pero por encima de todo eso, además del gol del triunfo en los agónicos tiempos extra, se quedará en la memoria la excelente evolución de André-Pierre Gignac al minuto 90 que podía y merecía cambiar la historia: un quiebre de esos dentro del área, un disparo de esa calidad evitando al arquero y finalmente el medio centímetro que cambia todo.

Esos cuantos milímetros para que el balón pegue en el poste y se meta o termine dentro de la red hicieron la dramática diferencia. Así como Portugal pudo caer en el último minuto del tiempo regular, Francia mordió el polvo en el segundo tiempo extra con poco tiempo para reaccionar. El veredicto parecía estar destinado a resistir hasta el último momento.

El otro momento para archivar fue anti climático por los cuatro costados: Cristiano Ronaldo, tal vez en su última oportunidad de conseguir un título con la eternamente frustrada selección lusa, caía sobre la arena en los primeros lances de la batalla. Una entrada que quedará en la conciencia del genial Payet lo tomó con la pierna apoyada y lo sacó del juego.

Y entonces se lanzó un mensaje: el equipo no favorito se quedaba sin su caudillo y los gregarios -algunos de mucha clase pero gregarios al fin- tenían que mantener la nave estable por casi todo el partido.

Sabemos bien cuál fue el desenlace.

Portugal es por fin campeón de Europa tomando parcialmente el papel que los griegos le jugaron en su propia casa hace algunos años: hicieron menos futbol que el adversario pero lo derribaron ante el fervor de su propia parcialidad. Las victorias a domicilio son más duras pero realzan más.

CR7, identificado como el gran líder del equipo, por fin levantó la Copa de un torneo eterno a partir de su nuevo formato.

Difícil saber con precisión qué hereda el cuadro luso como concepto pero puntual es la consagración de su futbolista insignia, caído pero con el título en la mano.

Es la foto que ilustra hoy las portadas del futbol mundial.

 
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