Cuándo y cómo apoyar

Francisco Javier González
en CANCHA


La Selección Nacional catapulta emociones en mucha gente.

Los seguidores que colecciona por miles -millones- en territorio nacional y en Estados Unidos son sensibles y reaccionan de acuerdo a los impulsos del corazón; es decir, del sentimiento.

Como en ese tipo de emociones todos tenemos diferentes maneras de reaccionar y de combinarlas con las neuronas -la parte racional- lo que

sucede después de una buena o una mala actuación es impredecible.

El Tri despierta un sentimiento de propiedad. Hay quien de manera desmedida lo identifica con valores patrióticos o quien le da dimensiones menores porque no hay orgullo nacional que se juegue en un partido de futbol. Pero como se lo adjudicó un slogan todavía vigente, si es el equipo de todos en el juego del hombre, de acuerdo a la épica del inolvidable Ángel Fernández.

Opinar de la Selección tiene mucho que ver con las etiquetas que fomentan el prejuicio y la cerrazón de los oídos. Según el lugar donde trabaje el profesional de la comunicación de que se trate -finjamos que todos lo somos- se le da o no valor al punto de vista. Y si estamos enojados, también dudamos del más pintado y confiamos en el que puede ser más traidor.

Pasados algunos días de la deleznable derrota frente a Chile, vale la pena poner en la mesa la pregunta de otras veces. ¿hasta dónde existe realmente ese fervor por la camiseta verde, o por la de cualquier equipo de nuestra Liga? ¿Hasta que las cosas dejan de rodar bien? ¿Hasta dónde existe un verdadero compromiso, además del esfuerzo de viajar y pagar un boleto, para defender una causa que en algunos momentos parece perdida y nos genera tristezas?

El asunto no es futbolero, es filosófico.

Así como envidiamos la forma en que los jugadores chilenos cantan su himno nacional y la manera en que derrochan sudor en el terreno de juego, posiblemente algunos equipos envidien el apoyo que les dan a otros cuando las cosas salen verdaderamente mal.

Merece el marido que llega a casa anunciando que perdió el trabajo una muenda verbal de su esposa antes de saber qué sucedió? ¿O el muchacho que llega con boleta de calificaciones debe ser recibido a puntapiés por el padre o merece ayuda para salir del problema?

La reacción de gritarle "oles" al adversario, dejar de apoyar por lo menos con la presencia y ponerse bolsas de pan en la cabeza son una negación al propio sentido de propiedad que supone una camiseta en el más favorito de los pasatiempos de muchas personas.

¿Tenemos pasión por el juego o afición por la camiseta? ¿Se porta sólo cuando gana?

Cada quien tiene derecho de hacer lo que quiera, y decidir si reflexionarlo o no.

 
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