"En este mundo, si todos obedeciéramos las reglas, el mundo y las personas serían mejores".
Roberto de Vicenzo, profesional de golf
No sé si alguno de mi foursome de lectores haya tenido el privilegio de representar a México en algún mundial y escuchar el himno nacional mientras se desfila frente a la bandera. Tan sólo pensarlo provoca mariposas en mi estómago; es el
máximo honor al que se puede aspirar como deportista de alta competencia.
En el golf amateur hay un torneo que es considerado como el Mundial y es El Trofeo Eisenhower. Este año México es organizador de la competencia bienal.
En septiembre seremos anfitriones de las que antes eran llamadas las Olimpiadas del Golf.
Para quienes van a representar a México debe o debería ser un doble honor. Hace un par de semanas la Federación Mexicana de Golf anunció extrañamente a sólo dos de los tres jugadores que nos representarían.
La parcial nominación fue aclarada la semana pasada cuando el Comité de Selecciones de la FMG lanzó una convocatoria abierta a cualquier varón que quisiera competir para ganarse ese tercer puesto.
En el primer párrafo de la convocatoria se lee: "Debido a la indisciplina de jugadores amateurs mexicanos que perdieron su condición de elegibilidad para ser seleccionados nacionales...".
Como no lo podía creer, me tomé la libertad de averiguar un poco qué habría pasado para ameritar tal sanción. Cinco de los preseleccionados rompieron las reglas básicas de orden y disciplina establecidas y aceptadas por cada uno de ellos por escrito cuando fueron invitados. No es necesario dar los detalles, y menos cuando cada uno de ellos admitió su fallo.
El hecho es que cinco de los mejores jugadores de México no podrán ser parte del equipo porque no pensaron, o sí pensaron y no les importó, que brincarse los códigos de orden en una selección tendría repercusión.
Sus actos empujaron al Comité de Selecciones a ejecutar su responsabilidad como directivos; los jugadores ya habían estado en dos concentraciones, entrenado y recibido apoyos para estar en mejor forma.
El golf de alta competencia se desarrolla individualmente. Si hay algo que se aprende, es que los malos hábitos, indisciplinas o actos fuera de tiempo tienen consecuencias, primero que nada contra uno mismo. Me extraña el actuar irresponsable de los jugadores sabiendo todo lo que hay de por medio; aplaudo la decisión de la Federación al poner ante todo los principios y valores de los programas.
La reglas del golf son blanco y negro, no existe eso de no penalizar porque se rebasaron los límites por poquito... los reglamentos internos también deben ser así.
Los jugadores perdieron la posibilidad de sentir esas mariposas al escuchar el himno nacional. El golf organizado ganó.
Hasta el próximo green.
Twitter: @ralarcon2009
rafaelalarcongolf@gmail.com