Tristezas deportivas

Félix Fernández
en CANCHA


Decía el escritor y cuentista peruano Julio Ramón Ribeyro que "quien no conoce las tristezas deportivas no conoce nada de la tristeza". Y es que pocos golpes contienen la contundencia, el dolor, el daño y el deseo de escapar como el padecimiento de una goleada en el futbol. Las derrotas son inevitables y son parte del juego; no hay equipo invencible y perder se contempla previo a cada encuentro,

pero las catástrofes casi nunca llegan por sorpresa, por lo general se pueden evitar sobre la marcha y tienen a menudo repercusiones indelebles en el historial y en la memoria de los protagonistas.

De pronto, lo que daba resultado no resulta más, el elogio se convierte en la más feroz crítica y las armas que apuntaban por fin pueden disparar. Lo que desde el principio fue la posibilidad de una derrota, hoy se ha convertido en vergüenza al permitir la peor goleada en competencia oficial.

El exitoso modelo con que inició Juan Carlos Osorio su etapa en la Selección Mexicana, sustentado en años de estudio y práctica, en poco se volvió insoportable, incluso para quienes no tienen idea en la materia: la palabra "rotación" generó molestia general y aun en la victoria encontraba cada vez menos respaldo.

Mi muy admirado Ángel Cappa nos decía que lo más difícil de las derrotas es darle la mano a los jugadores para ayudarles a levantarse, transmitirles seguridad y serenidad cuando el entrenador sólo quiere ayuda divina, tiene dudas y sobre todo sufre gran angustia.

Toda derrota tiene cierta explicación, toda catástrofe deportiva también la tiene parcialmente. Millones fuimos testigos de la fragilidad de un equipo y la indiscutible superioridad del otro en el México-Chile, pero únicamente quienes forman parte de la Selección están calificados para comunicar con certeza como es que "ser superado" se convierte en "ser aplastado".

Osorio no es menos capaz ahora que antes, no tengo duda que la sacudida tan espantosa de la Copa América lo convertirá en mejor director técnico, una vez asimilado el aprendizaje que traerán estos siete goles. En lo personal me revuelve el estómago leer y escuchar a quienes piden su cabeza.

Dirigir una Selección es muy diferente a dirigir un equipo, ni duda cabe. Hoy Osorio lo vive y a partir de cada experiencia que le arroja este representativo único en el mundo (por el mercado binacional) será capaz de conducir más atinadamente a la Selección.

Las tristezas deportivas poseen ese toque de dramatismo y dolor sin muertes que, una vez digeridas, enseñan por qué debe uno luchar y a qué debe uno renunciar, mientras que las derrotas por goleada generan un luto tan particular, que en los implicados es de suma importancia y para el resto de suma banalidad unos días más tarde.

 
 
ffernandez@reforma.com
Twitter: @Felixatlante12