El camino de la Copa América ha sido el mejor posible para el equipo mexicano.
Eso incluye el cruce de la segunda ronda y el nombre de Chile que es, de inicio, mejor que el de Argentina como adversario.
Pese a ser el campeón defensor, el conjunto andino no tiene lo que la Albiceleste: un prestigio ganador avalado por la historia.
Justo con Jorge Sampaoli fue que Chile
consiguió su primer título como seleccionado mayor. No obstante el buen trabajo de Marcelo Bielsa y posteriormente el de Claudio Borghi, le tocó al tercer técnico argentino -¿es casual?- de los cuatro que con Pizzi suman los chilenos de manera consecutiva, levantar por fin un trofeo oficial.
En ese sentido, el Tri está en las mismas: se ha acercado pero no ha podido dar el golpe en la mesa que le permita acceder a esa etiqueta que pocos tienen en el planeta futbol: la de campeón, pese a haber jugado ya dos Finales de Copa América y algunas de Libertadores.
¿Qué es lo que le permite a una Selección dar ese paso?
Chile lo logró jugando en casa, definiendo en penales una cerrada Final contra Argentina, y el valor individual de varios de sus guerreros, animados por una afición sedienta.
México casi juega en casa, ve surgir en sus filas jugadores que hacen diferencia como hace tiempo no se tenían -Guardado, Tecatito, Lozano, Chícharo- y una dirección técnica con muchos intrépidos aciertos en una gestión en la que lo único estable es el cambio.
Habrá quien piense que Panamá hubiera sido rival mas cómodo para México. Pero además de que al final estuvo lejos del resultado que necesitaba, cuenta con una velocidad que para el Tri pudo ser letal.
Dejando a un lado la ociosidad de pensar en lo que no sucedió, el enfrentamiento con Chile es el más apetecible de la segunda ronda: luce parejo, con buenos jugadores de ambos lados, una vocación de atacar irrenunciable y en teoría bastante parejos en sus posibilidades.
La baja de Aquino será importante pero Juan Carlos Osorio nos ha acostumbrado a que si no aparece zutano, lo hará perengano. Y que en general lo hará bien uno u otro: hay cartas suficientes para intentar las variantes necesarias.
Es esta una virtud apreciada si se saca adelante el resultado y criticada si se pone en riesgo. Así son las apuestas: dependen del nombre del ganador.
Por qué dudar de la capacidad de la Selección para avanzar a la Semifinal tiene que ver con ese prestigio que lleva muchos años construyéndose pero que sin títulos no se hace sólido.
Pasado mañana se presenta la oportunidad deseada ante un rival de enorme respeto.
Por la dinámica de marca registrada para ahogar y muchos argumentos futbolísticos, este es el momento crucial.
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