La ciudad de Phoenix trató muy mal a los uruguayos.
De entrada, los organizadores pusieron en el sonido local el himno nacional de Chile en lugar del suyo, después, Juan Carlos Osorio le mandó al maestro Tabárez una formación sacada de los códices mayas, luego, Álvaro Pereira anotó en su propia portería con certero "cachetazo" cuando el partido apenas tenía cuatro minutos de vida, acto
seguido, Andrés Guardado fue perdonado de una incuestionable tarjeta roja al minuto 25 y, con el reloj para ir al descanso, el volante de la Florentina, Matías Vecino, recibe la segunda amarilla por un tallón sobre Javier Aquino.
Por si esto hubiera sido poco, ya con el contundente 3-1 a favor de los mexicanos, se dice que la esposa del jugador Rayado Carlos Sánchez fue víctima de un botellazo al finalizar el encuentro.
Pero no nos distraigamos con la desgracia de los uruguayos, porque la selección de Juan Carlos Osorio simple y sencillamente los superó en lo táctico, con la pelota en los pies, en el esfuerzo, en picardía, en patadas -donde suponíamos que estos sudamericanos nos daban clases- pero, sobre todo, México fue categórico al momento de definir.
Para serles sincero, a mí no me gusta el placer sádico que manifiesta el señor Osorio cuando manipula el oficio de sus jugadores como si éstos fueran piezas de circo. Pero con un récord sin derrota desde que tomó el cargo tengo que aceptar que en su carpa, la mujer barbona también es trapecista, los elefantes rugen como leones y, los leones, además de pasar por aros con fuego, bailan rock and roll arriba de un alambre.
Siguiendo con mi queja, tampoco me pareció atinado que, con la victoria en la mano, el entrenador nacional iniciara la conferencia de prensa señalando los supuestos insultos que recibió del uruguayo José María Giménez, cuando por códigos, las confrontaciones de vestuario sólo las ventilan los periodistas y nunca los actores de viva voz, según entiendo.
Pero hagamos a un lado las niñerías y concentrémonos en lo que sigue: ¿Podrá ganar México esta Copa América? Sí, aunque la última palabra aún la tiene la Argentina de Messi y toda su constelación de estrellas. O el Brasil del "ya juego bonito", pero corro, sudo y defiendo como se supone debe hacerse en este futbol del nuevo siglo.
Y tampoco podemos descartar al campeón defensor (Chile), que ya nos dio un repaso en el amistoso, y menos a estos uruguayos que abandonaron Phoenix con anhelo de venganza. ¿No cree usted?
PD. "El entrenador debe inculcar conceptos previos a las decisiones de los jugadores: posturas, recepciones, búsqueda de superioridad numérica, búsqueda de jugador libre. Pero la inspiración y el desequilibrio individual, es aporte puro del jugador". Ariel Holan.
Lo escrito, escrito está.
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