México iluminó la Copa

Francisco Javier González
en CANCHA


Festejar un triunfo de México en la Copa América es casi tan viejo como los teléfonos de disco.

Por lo menos en las últimas dos citas de esta índole, no lo consiguió seguramente porque tuvo que presentarse con Selecciones alterativas. En una, casi pierde el puesto Luis Fernando Tena. En la otra, que fue hace un año en Chile, Miguel Herrera empezó a meterse en zonas de

turbulencia.

Asistir con el mejor plantel posible ofrece la posibilidad de medir con justicia el potencial del Tri. Por eso era tan importante el partido de ayer contra Uruguay.

No hay en la actualidad equipo alguno que logre lauros sin sufrimiento. Y si de por sí medirse a los charrúas, artistas en eso de meter la pierna, reclamarle al árbitro y apelar al orgullo es complicado, más lo fue por los titubeos que en el inicio del segundo tiempo padeció México.

Con ventaja numérica de un hombre y aritmética en el marcador, todo parecía favorable para llevar la nave a buen puerto.

Pero algo sucedió que los adversarios empezaron a ganar parte del terreno en el que mal se habían visto en toda la primera parte y en un solo minuto el destino amenazó cambiar de dirección. Expulsión a Guardado y en el cobro de la falta, el empate.

El desconcierto mexicano no duró mucho pero sí lo suficiente para recordar viejas y dolorosas historias de esos partidos que se caen del plato a la boca.

Pero de la banca, Osorio mando siempre cambios con intención primero de ordenar y luego de refrescar las herramientas de ataque.

El primer gol en Copa América de Rafael Márquez que con seis torneos superó ayer los cinco de Claudio Suárez, hizo justicia a un hombre incombustible. Y el de Herrera, en una segunda intervención decisiva de Lozano -otro cohete con calidad exportación- puso de manifiesto que México ya sabe dar manotazos en la mesa con los más granados, que ha aprendido a ganar partidos difíciles y que la apuesta de ir al frente, de apurar con dinámica y sabiduría aun cuando todo parece derrumbarse, es un sello al que ya no puede ni debe renunciar.

El siguiente reto es el de no confiarse ante rivales de menor monta. Jamaica y Venezuela lo son.

Dado el primer golpe, debe dar el segundo, el tercero... y los que se puedan.

Fue un espléndido arranque y el primer triunfo en muchos años. Muchos días de estos.

 
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