Así como a caballo regalado no se le ve el colmillo, a un trofeo de Liga no hay que buscarle explicación.
Pachuca, gran protagonista del anticlímax, volvió a montar su fiesta en territorio ajeno.
Y así como aquel primer campeonato inesperado con el gol de Glaría en el Azul o el del Silvani frente a Tigres, volvió a cambiar la historia programada en el último de sus alientos y cuando
las circunstancias más le apretaban.
Jorge Hernández resumió al final del partido lo que podría equivaler a una crónica del duelo: los Tuzos saltaron al campo muy nerviosos y Rayados debió marcarles dos o tres goles. Pero entre la magia del eterno Óscar Pérez, las fallas del anfitrión y los designios del destino, Pachuca resolvió con un hombre menos el crucigrama en el que se había metido.
La historia de una gran Final tiene muchos capítulos y cada quien eligirá el suyo para entender lo sucedido. Pero todos coincidiremos en que esa fuerza interior que acompaña a los Tuzos desde su nueva época de grandeza fue la clave que despejó la incógnita.
Aunque el triunfo por serlo no necesita argumentación, varios deberán aprender de la lección hidalguense: luchar hasta el último instante con todas las condiciones en contra es buen camino para conquistar lo imposible.
El análisis de un duelo como el de anoche debe indicar que Rayados se equivocó lo suficiente para dejar vivir a un rival que apuntaba a ser víctima.
El trámite infructuoso para retener a Carlos Sánchez, el penal faltado por Cardona, el error en la marca de Castillo y varios detalles más podrían ser consuelo ante la derrota de un equipo que fue mejor pero no tuvo la sabiduría para demostrarlo.
Estrechar la mano de Duilio Davino en su camino hacia la salida del estadio ofreció una visión fresca dentro del drama de una noche en silencio: sabe que este deporte tiene vericuetos incomprensibles y que las cosas simplemente no se dan aunque la labor haya sido buena.
Tanto Pachuca como Rayados tienen una manera de hacer las cosas y lo más importante como instituciones firmes es no separar el dedo del renglón. El líder general hizo una gran campaña cuyo último episodio resultó decepcionante. Y Pachuca mantiene una filosofía que le ha llevado al triunfo como a veces le sucede a los elegidos.
El colofón de una campaña con días de gran calidad nos indica que nuestro campeonato es competitivo y más de la mitad de los clubes que lo integran son capaces de ser campeones.
Con la atención puesta en la Selección y la Copa América, sólo queda extrañar la actividad semanal que por lo pronto ha cesado.
Pachuca es un digno campeón por la fe que tiene en sí mismo. Monterrey festejará otro día.
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