Manotazos sobre la mesa

Francisco Javier González
en CANCHA


Uno lo dio el América en el partido de vuelta contra Chivas.

Golpear con la palma abierta y toda la fuerza posible sobre la madera es generalmente el simbolismo de un acto de autoridad.

Las Águilas ganaron por eso; porque tuvieron una fuerza interior, una mentalidad, un deseo de no darse por vencidas, y fueron capaces -una vez más- de darle la vuelta a una circunstancia

adversa.

Vaya que si el Guadalajara empezó el partido de manera espléndida. Tanto, que el América parecía haber llegado tarde al estadio. El cabezazo de Pereira al larguero, el golazo de Orbelín, el penal de Peña aun después del empate amarillo.

El más visible en el revés al ánimo y al flujo del partido habrá sido el cuarto penal errado por el Guadalajara de los seis que ejecutó en la campaña. Junto con Cruz Azul, son candidatos a un curso de verano desde los once pasos.

América, a veces tan proclive a perder el control emocional, lo logró mantener en su sitio esta vez. Mientras Chivas se desesperó y desacomodó mandando todos sus ejércitos al frente, el anfitrión tuvo la paciencia que el cocimiento del platillo requería.

Se llamará madurez, oficio, sangre, experiencia.

Guadalajara, del que no se puede olvidar la gran campaña que logró, se quedó en la orilla con el sentimiento que a veces invade a la afición cuando el Tri es eliminado de los Mundiales: añorando las oportunidades que se echaron a perder.

Pachuca y León saldaron con corrección sus Cuartos y ahora se enfrentarán en lucha fratricida en la siguiente fase. Lo han hecho bien y la ilógica razonabilidad de que los cuatro primeros lugares deberían pasar siempre, por fin se logró.

Tuzos y esmeraldas están bien dirigidos, bien gestionados y seguramente vivirán una Semifinal eléctrica.

A los cuatro semifinalistas les gusta ofender. Y aunque cualquier partido a estas alturas se puede atascar, la probabilidad de ver buenos juegos parece alta.

El otro manotazo en la mesa lo dio Ricardo Ferretti.

Qué desafortunada reacción, primero en el campo acusando al árbitro y luego en la fallida conferencia de prensa que terminó abandonando. No es para satanizarlo, pero tampoco para pasar por alto lo ocurrido.

El "Tuca" de las breves épocas del Tri es el deseable, ejemplar y referente. El del sábado, con la traición de su propia inteligencia emocional, es el que deberá sufrir las consecuencias de su descontrol.

En su imagen, en su representación de un equipo campeón, en lo que la directiva, habitualmente generosa, tendrá que decirle.

Ese manotazo que fue literal y no metafórico, apena por la figura que es Ricardo. Porque tiene mucho de bueno, pero esto, malo, es muy sonoro.

La disculpa es imperativa aunque poco vaya a remediar.

 
 
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