San Cadilla
en CANCHA


Mordida venezolana
 
Vaya situación que vivió la gente del Deportivo Táchira en su estancia en la Ciudad de México y no me refiero a la contingencia ambiental, sino a que "tuvieron" que entrarle a la mexicanísima costumbre la "mordida" para salvar su autobús.

Ahí les va.

Resulta que después de entrenar en el CECAP, el equipo se trasladó a su hotel ahí sobre Periférico

Sur, pero en el trayecto, casi llegando, el chofer del autobús en el que viajaba el equipo cometió una de las 25 mil infracciones que ya hay en la Capirucha, provocando que lo siguieran unos oficiales de tránsito, que los alcanzaron cuando el transporte estaba parado frente a la puerta del hotel.

Una vez que dejó a los futbolistas del Táchira, el camión arrancó sin percatarse de que ya lo estaban buscando los agentes y, en cuanto inició su marcha, uno de los oficiales casi casi se le cuelga de la ventanilla al conductor para exigirle que se detuviera.

Al bajar, el elemento de tránsito detuvo al chofer, mientras otro trató de ingresar al hotel a buscar a los responsables del grupo, pero la seguridad privada del lugar se lo impidió.

Fue hasta que el conductor detenido pudo comunicarse con la gente del Táchira cuando salió uno de los directivos que acompañan al equipo a dialogar con los oficiales.

Luego de varios dimes y diretes, quesque porque había sido una infracción que ameritaba corralón, el 'directivo' venezolano movió un fajito de billetes hacia los gendarmes, y asunto arreglado.

Les "devolvieron" a su chofer para que luego los llevara por la tarde a la ver a la Virgen de Guadalupe, aunque ya no se sabe si fue para solicitarle ayuda para vencer hoy a Pumas o para pedirle perdón por haber integrado una de las mañas más mexicanas a su repertorio.

 
 
Invasiones bienvenidas
 
La directiva del Puebla ha de estar muerta de la risa al ver que en redes sociales barristas y fans de los Tigres exhiben bien orgullosos fajos de boletos para la "invasión" que pretenden hacer el domingo al Estadio Cuauhtémoc, a donde llegarían con 12 mil felinos (ni la cuarta parte del aforo).

Aun con el videíto del "principio de la impenetrabilidad" que insta a los aficionados poblanos a ir al estadio para que las tribunas no se vean pobladas por aficionados visitantes, la neta es que este juego es de baja convocatoria en cualquier estadio de Pachuca hacia el sur del País.

La dirigencia poblana, inteligentemente, le entró al jueguito con la casi segura apuesta no de provocar que los enfranjados defiendan su territorio, sino de que los de Tigres compren más boletos, lleguen temprano a Puebla, se gasten una lana comiendo cemitas en el centro, vayan a hacerse selfies a La Estrella, compren litros de chela durante el juego y luego se vayan pensando que conquistaron algo, sin fijarse que en ello habrán de vaciar sus billeteras, y que Gignac y compañía de todas maneras van a jugar como saben.

 
 
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