Ganaron los dos

Francisco Javier González
en CANCHA


No hay nada que se compare a la victoria, aunque metafóricamente hay noches en que todos terminan conquistándola.

Las dudas sobre la vigencia del Clásico, manifestadas la semana pasada en este espacio, quedaron totalmente desactivadas.

Pese a que unos tiempos son mejores que otros y algunos de esos enfrentamientos se han dado en momentos desteñidos, la cauda de un Chivas-América

sigue siendo poderosa y trascendente.

Estadio lleno, emociones al por mayor y un victorioso que, aunque pudo ser empatado, terminó siéndolo, dejaron en la lona a un perdedor enardecido y con el refrendo de su compromiso para buscar pronto épocas más brillantes.

Uno desea que uno de los partidos más esperados del año sea siempre capaz de dejar legado. Porque lo ven los propios y los extraños, es un duelo con señales expansivas hacia todo el futbol mexicano. Estas pueden ser malas -como el comportamiento de una parte de la tribuna lanzando líquidos, como si estuvieran apagando un incendio- o buenas.

Estas últimas abundaron anoche en el Omnilife.

El primero y mayor ejemplo lo puso el anfitrión. Castigado durante la semana por la eliminación en la Copa y las acusaciones sobre el "Gullit" Peña, olvidó todo eso y jugó un partido con determinación de vikingo. Chivas ganó los rebotes, los mano a mano, la iniciativa y la ejecución futbolística que dejó con la boca abierta a su poderoso adversario.

Parecía el Guadalajara de esos tiempos en que protagonizaba la tabla de posiciones gracias a su mexicanísima fe en sí mismo.

Se acercó, tocó la puerta y terminó derribándola. Marcó un gol sí, invalidado con polémica, pero que coronaba moralmente la superioridad ejercida.

Como los descuidos se pagan caro, de un balón que vino de la nada, Darwin Quintero abrió el marcador con un bombazo. Minutos después, un parpadeo, en un saque de banda, permitió a Sambueza quitarse la marca de Raúl Lopez, con una facilidad tan extrema que parecía irreal. El cabezazo de Peralta, para marcar su primer gol en clásicos, parecía dejar en la lona a unas Chivas que no entendían lo que estaba sucediendo.

Las expulsiones de uno y otro bando, el penal no marcado al final del primer tiempo a favor del Guadalajara y el descontrol de un América ganador, pero confundido, permitieron tener un cierre de alarido.

Se comprobó que "Gullit" Peña brilla con luz propia y le hace falta a su equipo. Que Orbelín Pineda es un fuera de serie y que Omar Bravo no fue la solución de la noche porque erró un remate de los que antes metía.

Pero fuera de lo que CANCHA ya consigna en su crónica, este equipo rojiblanco convenció como hace mucho no lograba y vendió tan cara su derrota que todos en el fondo sabemos que merecía más.

Aunque la historia la escriben los vencedores, esta vez hay otra voz que escuchar.

 
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