La derrota de las Chivas, con la consecuente eliminación en la Copa MX, rompe parte del encanto logrado el fin de semana: que ambos llegaran victoriosos.
Es sabido que ambos torneos son de diferente estatura, registrar el triunfo rojiblanco en Querétaro, a un lado de la goliza-homenaje del América que despidió a Cuauhtémoc, hacia frotar las manos, por lo menos en el ánimo de un frente y el
otro.
No es que el tropiezo de las Chivas haga demasiada interferencia, pero sí se une al nuevo episodio de indisciplina no confirmada de alguien que llegó como solución estelar al Guadalajara, habiendo entregado muy poco hasta ahora, la situación se magnifica.
El "Gullit" Peña, extraído del equipo esmeralda, sin los dos órganos que hacían funcionar el circuito -'Gallito' Vázquez y Luis Montes- no ha podido caminar por sí mismo. Haberlo visto como suplente en Querétaro, igual que a Omar Bravo y al propio José Antonio Rodríguez, implica por lo menos un cambio en la apuesta: si los más experimentados no están pudiendo, mejor que los jóvenes lo hagan.
Imposible saber qué está pasando por la cabeza de Matías Almeyda, su alineación para el Clásico deberá tener precisión quirúrgica, tanto en lo futbolístico como en lo anímico. ¿Será un duelo para que el mayor ritmo y enjundia de los más novatos enfrente a un rival que además de antagónico, está mejor dotado?
Además de la rivalidad existente, el resultado es vital para que las Chivas puedan corregir una temporada que amenaza con volver a caer al vacío. Si de las últimas 8 Liguillas el equipo Rojiblanco sólo ha estado presente en dos, el momento representa el gran punto de inflexión en la campaña. El ser o no ser.
No es que América llegue sin dolores al enterado partido. Pero indudablemente, los ha mitigado con su acontecer de la última semana. Avanzar a Semifinales de la Concachampions y festinarse ante Monarcas le han abierto un panorama que también le cambia el presente. De momento Ambriz ve alejarse a los zopilotes y el himno americanista suena más fuerte.
Así las cosas, el nuevo Clásico tiene algunas respuestas que dar. La ya citada respecto al derrotero que para ambos tomará el torneo y la otra, por el peso específico del propio enfrentamiento. ¿Seguirá teniendo vigencia el ver frente a frente a los dos clubes más representativos del País? ¿Encontraremos el futbol razonable que nos permita recordar el juego por lo menos durante un par de semanas más?
La tribuna seguramente volverá a llenarse porque la esperanza es lo último que muere y Chivas ha vivido de ella duran un buen rato. Estará complementada por los americanistas que en Guadalajara se suman por miles.
Ojalá el espectáculo sea bueno y que el ganador lo haga mereciéndolo.
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