San Cadilla
en CANCHA


A despertar con coaching
 
Ahora sí, en el Atlas eso del coaching ya lo agarraron muy en serio.

Es la primera vez que mis ojos ven que en un club separen del primer equipo a cinco jugadores ¡por no hacer nada!

Pérenme, no me malinterpreten, aplaudo la decisión. La cosa es que en esta ocasión la razón por la que se ha decidido que no entrenen con el primer equipo es esa,

literal, "por no hacer nada".

Es decir, no se fueron de borrachos, no se pelearon con sus compañeros, no hubo alguien que le faltara al respeto al "Cepillín" Costas o a la directiva, simplemente se han aplicado la ley del mínimo esfuerzo.

Lo que buscan los dirigentes es que, a través de Juan Rodríguez, trabajen lo mental a fondo, hasta que se les vea un interés claro y total de partirse su propia "mandarina en gajos" en favor del equipo.

La dirigencia siente que, por ejemplo, a Martín Barragán lo perdieron después de aquella ocasión en que Tomás Boy lo exhibió sacándolo de un partido hace un año tras fallar un mano a mano.

El delantero andaba con racha goleadora al arranque del torneo, pero el DT sintió que se quiso adornar, lo borró y de ahí se perdió.

Otro al que le pusieron orejas de burro fue a Carlos Arreola. ¿No les suena?

Ahí les va: ¿Se acuerdan de aquella Selección juvenil mexicana que se agarró a guamazos con los irlandeses sintiéndose Julio César Chávez? ¿Recuerdan que hubo un mexicano al que se le botó la canica y tiró una patada a un güerito estando noqueado en el piso? Exacto, ese es Arreola, quien no ha logrado encausar su carácter.

Pablo Mascareñas es lateral derecho, justo lo que necesita el Atlas, pero no han visto que el chavo tenga mucha hambre que digamos en los entrenamientos, mientras Christian Díaz como que trae la cabeza en un par de cosas que luego les platico.

Y Franco Arizala pues llegó como el atacante desequilibrante que iba a levantar a la tribuna y sí, lo ha hecho, pero ¡para abuchearlo!

El cuerpo técnico espera que en una semanitas vuelvan con el orgullo propio aflorando luego de que en sus casas les cuestionen de dónde van a sacar pa'l chivo si no se ponen las pilas.

Una buena labor tiene en sus manos el maestro del coaching.

 
 
Ni muy muy, ni tan tan
 
En las Chivas ya no saben a quién echarle la culpa de los malos resultados, que si los dinosaurios, que si los médicos, que si porque no usan extranjeros.

Pues la nueva es que la lesión de Oswaldo Alanís se debe a exceso de trabajo. Así como lo leen.

Nadie lo ha dicho abiertamente de esa manera, pero sí hay gente cercana al jugador que está convencida que si el defensa surgido en la cantera de los Tecos es propenso a lesiones es por "exceso de profesionalismo".

A diferencia de muchos otros casos, en los que el los mata la falta de "entrenamiento invisible", que implica evitar gansitos, andar de fiesta a altas horas de la noche o abusar del alcohol, el mal que ahora sufre Alanís es precisamente porque es muy intenso. ¿Cómo es eso? Pues les cuento.

Su autoexigencia es tal que es de los poquísimos pateabalones que su trabajo no acaba al final de una práctica; sale de Verde Valle (o antes de la UAG) y se va por su cuenta a seguirle para ganar mayor masa muscular, mejorar la técnica o pulir algunas habilidades que siente débiles.

De hecho, ya se le ha visto en la Unidad Revolución golpeando el balón contra una pared, solito, por su cuenta, sin nadie alrededor.

A mí me parece excelente lo que hace y dudo que eso sea malo, pero tampoco descarto que exista un problema al hacer eso, principalmente si no se asesora adecuadamente y tampoco podría apostar que este sobreentrenamiento no le afecte.

Ojalá no modifique su actitud, pues probablemente sólo sea cuestión de que busque un asesor o entrenador particular que le modere las cargas de trabajo.

Digo, luego este ejemplo lo pueden tomar los otros tipos de futbolistas para ponerlo de excusa y no trabajar más que lo indispensable.

 
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