"El golf es una actividad de eterna tragedia con algún ocasional milagro".
Dichos del Hoyo 19
No cabe duda que la gasolina para el motor de un atleta es la definición de las metas que pretende alcanzar en su carrera.
Desde muy pequeña, Lorena Ochoa fue clara en decir su intención de llegar a ser la mejor jugadora del mundo; tenía 13 años cuando me compartió
ese sueño.
La historia de Lorena se ha platicado bastante y sabemos cómo fue desde sus inicios, en cada etapa de su desarrollo como golfista aprendió de cada momento hasta llegar a triunfar.
El primer año en la LPGA fue, sin duda, excelente, dado que las novatas enfrentan mucha incertidumbre y juegan con la desventaja de conocer menos los campos; sin embargo terminó en el noveno lugar al final de esa temporada.
Digo lo anterior porque estoy empezando a ver a otra posible gran jugadora en formación.
Gaby López está en su primer año en la gira LPGA. Cuando fue a la calificación de la misma estando aún como amateur en la Universidad de Arkansas, en el otoño del año pasado, logró pasar el difícil proceso y, justo al finalizar, declaró su ingreso al profesionalismo con la principal meta de llegar a jugar por México en los Juegos Olímpicos.
Por ahora, el camino de López apunta a Río, ya se encuentra en el lugar 54 del ranking para los Juegos, justo un lugar atrás que Alejandra Llaneza.
López terminó en el lugar 17 en el Abierto de Australia, se encuentra en el segundo lugar por la pelea para el premio Novata del Año y en el 33 de la lista de dinero.
No se trata de comparar a López con Lorena o de decir cuál carrera inició mejor; además, lo ideal es que López, viva su identidad propia, para lo que sí hay lugar es para decir que esa cercanía empieza a tomar semejanzas en la forma seria de llevar una carrera profesional y en las metas compartidas. Son pocas las atletas que se atreven, pero casi siempre terminan siendo las mejores.
Quien tuvo un repunte en su juego es Carlos Ortiz, al terminar bien en el Abierto de Los Ángeles. Ortiz venía de cinco semanas de fallar cortes, pero en California terminó en el lugar 26. Fallar uno o dos cortes seguidos no tiene impacto alguno en la confianza; sin embargo, podrían haber sido fatales.
Ortiz ha batallado para encontrar los fairways desde que cambió de driver. En los últimos torneos falló más a su promedio anterior, el año pasado encontró el 60 por ciento de fairways y este año apenas lleva un promedio de 47 por ciento, lo que se traduce en errores o mayor dificultad para hacer score.
En realidad este año ha hecho más birdies por ronda (4 contra 3.75), pero los bogeys o números grandes lo estaban frenando.
No hay duda de que Ortiz tiene juego para competir en el PGA Tour, pero aún no tiene una carrera consolidada hasta que gane un torneo o vuelva a asegurar un lugar entre los mejores 125 para el año próximo. Esperemos que el susto y descontrol hayan quedado atrás para verlo pronto pelear por un primer triunfo.
Hasta el próximo green.
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