Amables aficionados: cuando Joe Montana lanzó la moneda durante el inicio del reciente Súper Tazón 50, es de las pocas cosas que puede hacer sin dolor.
Platicó al diario USA Today durante esa semana que no obstante el tratar de cuidarse durante su tiempo de jugador, para intentar tener un tipo de vida relativamente normal al retirarse, esto no fue posible. A sus 59 años sufre de artritis
en ambas manos, el codo y una rodilla, la que no puede extender normalmente.
Desde 1986 no tiene sensación en el pie izquierdo, trae problemas en un ojo por daño al nervio provocado por trauma, y suma ya tres cirugías en el cuello y una en la espalda. Ésto, lamentablemente, está siendo el resultado usual para aquellos jugadores de la NFL que duraron varios años en su profesión.
Los reemplazos de rodilla y cadera están siendo la norma, no la excepción, y ya ni se diga de la Encefalopatía Crónica Traumática, tema de una reciente película y causante de los cada vez mayores casos de senilidad, locura y muerte entre ex jugadores de la Liga.
Y el doctor Omalu, descubridor de la ECT, sigue sin ser reconocido por la NFL, que no se ha dignado siquiera a reconocer su existencia, mucho menos escucharlo. La conferencia que dictó en la semana del Súper Tazón prácticamente no fue cubierta por ningún medio importante, pensando los poderes del ovoide que quizá ignorando el asunto este pudiera desaparecer. No lo creo, ni la Tierra es plana ni este tema se va a esfumar.
Y así, la familia del recién inducido póstumamente al Salón de la Fama, Ken Stabler, reveló que falleció con ECT en grado III. Peyton Manning se retirará con sus cuatro cirugías en el cuello, sin tener sensación en los dedos de su mano derecha, y ya planeando su reemplazo de cadera.
Deion Sanders acaba de ser operado del nervio ciático, ya que no podía sentarse en una misma posición por mas de 10 minutos; John Elway se implantó un ligamento anterior cruzado 10 años después de retirarse, y así ad infinitum.
A nadie le ponen una pistola para jugar en la NFL. Y la lista de aspirantes es enorme para tener uno de los codiciados 1,700 lugares dentro de los 32 conjuntos. Pero al menos ya existe conciencia de que hay un precio por pagar y este se cobra por siempre después de dejar la profesión.
Nadie puede darse por engañado. Por ahora, hacemos una pausa...
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