El futbol con una sonrisa
En el futbol y en la vida, siempre habrá alguien que le dé color a los malos momentos o a los instantes en los que la presión está al límite.
Ezequiel Lavezzi (Villa Gobernador Gálvez, Santa Fe, 3 de mayo de 1985) es un futbolista con una personalidad diferente, dentro y fuera de la cancha. El argentino se ha atrevido a hacerle bromas a su destino
para llegar hasta la Selección y ser un referente del París Saint-Germain.
Esa luz que tiene Lavezzi para reírse de la vida coincide con el hecho de que vive en la Ciudad de la Luz. Ahí, en suelo parisino, se desenvuelve un niño que se ha convertido en estrella y que, en su momento, dejó el deporte para trabajar como electricista.
LA CASA DE MAMÁ
De origen humilde, "Pocho" creció en Villa Gobernador, sitio al que vuelve cada vez que tiene vacaciones, el lugar donde aprendió que se tiene que luchar por los sueños.
Doris, su mamá, luchó para darle todo. Trabajaba limpiando casas para que nada hiciera falta.
Ahí, en esas calles, aprendió a no quedar bien con nadie, sino a ser auténtico, un enamorado de la vida y agradecido con la gente que lo acompañó al crecer.
Tarde o temprano iba a retroalimentar el esfuerzo de su mamá y, cuando empezó a irle bien en el futbol, le compró una casa.
"Quería llorar", recuerda su madre el momento en que le entregó las llaves y le dijo que no quería que trabajara más. Eso no sucedió, no al menos como lo tenía planeado "Pocho".
Doris continuó limpiando pisos ajenos para ganar dinero y salir adelante, algo extraño, pues los que no conocen al mediocampista lo critican porque piensan que no ha ayudado a su madre, cuando en realidad la que ha elegido seguir en en su trabajo es ella.
De hecho, la familia tampoco abandonó la casa en Villa Gobernador.
"Si me voy de acá, no voy a tener con quién hablar en otro barrio", contó Lavezzi, cuando le preguntaron sobre la elección de su mamá de seguir en su estilo de vida.
Otra de las figuras medulares en el andar de "Pocho" es su hermano Diego, pues en varias entrevistas ha contado que siempre lo ha apoyado en todas sus decisiones.
BENVENUTO
Esa risa y buena onda que lleva dentro le trajo dividendos, pues su ascenso en el futbol fue meteórico.
Luego de probarse con el Boca Juniors y quedar fuera del Rosario Central, decidió dejar el futbol profesional.
Triste, ensimismado y con una ilusión rota pasó algún tiempo el ahora jugador del PSG, hasta que su hermano Diego le insistió en que tenía que probarse con el Estudiantes de la Plata, que Jugaba en la Primera B Metropolitana. Pasó la prueba y comenzó su romance con el balompié.
Tenía poco en la institución cuando el Génova italiano compró su pase. En ese momento, Lavezzi tenía 19 años y de números y contratos entendía casi nada.
La escuadra italiana lo cedió a San Lorenzo, donde fue campeón y subió su nivel. Europa ya estaba tocando la puerta después de la tercera temporada.
El Nápoles se lo llevó y ahí se dio a conocer a nivel mundial. Ganó la Copa de Italia, algo que le permitió horadar el corazón de los aficionados.
El buen andar con el Nápoles le abrió la puerta de la Selección Argentina, que tenía a la cabeza a Alejandro Sabella, con quien llegó a la Final del Mundial de Brasil 2014.
Entonces el PSG compró su pase y ahí ha conseguido nueve títulos, entre Liga, Copa y Recopa, en sólo tres años.
AGÜITA A SABELLA
En un partido de la Copa del Mundo de Brasil, el técnico de la Albiceleste, Alejandro Sabella, se veía muy presionado, pues faltaban 20 minutos del partido Argentina-Nigeria.
Argentina ganaba 3-2 y el DT le pidió a "Pocho" que se levantara de la banca para darle instrucciones. El futbolista le lanzó un chorro de agua a su técnico en la cara y se hizo el disimulado.
"Es que lo vi demasiado nervioso. Lo quise descomprimir", detalló Lavezzi cuando le preguntaron los motivos por los cuales había mojado intencionalmente a su técnico ante los ojos de todo el mundo.
Con el PSG le agarró la nariz a Zlatan Ibrahimovic, estrella del equipo. Desde luego que la reacción del delantero sueco fue de enojo, pero de inmediato se percató de que había sido Lavezzi.
En otra ocasión, al finalizar un partido, se le tiró a los pies a un camarógrafo que estaba concentrado en realizar su trabajo. Provocó la caída al suelo del comunicador y la risa a todos sus compañeros, quienes salieron disparados al vestidor para que no los ligaran con el hecho.
En las concentraciones de sus diferentes equipos las bromas del "Pocho" hacen que todo sea más ligero, pues además hace comentarios que rayan en lo absurdo y les saca la risa hasta a los integrantes del cuerpo técnico.
No faltan los agarrones de glúteos a los compañeros distraídos.
Lavezzi defiende el derecho de las personas de vivir a su manera, alejadas de los conceptos que se han establecido en la sociedad.
Ése es el chico de Villa Gobernador, que le hace un guiño al mundo todas las noches, haciendo de las suyas hasta en los mejores restaurantes de París.
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