La Dominguera

San Cadilla
en CANCHA


La mirada del futbol
 
"¿Y cómo lo miras, Juan Carlos Gálvez?". La pregunta frecuente viene de un aficionado que se topa al famoso comentarista de Guatemala en uno de los pasillos del estadio.

Para cualquier otro podría ser rutinaria, pero no es su caso, porque este analista de televisión perdió la vista hace 25 años, en los que ha consolidado su carrera

periodística.

"Para unos soy el más querido y para otros soy el más odiado", expresa.

Así es, Guatemala tiene al único comentarista invidente de futbol del mundo.

 
ENFERMEDAD
 
Juan Carlos no olvida la fecha: la noche anterior al 25 de junio de 1991, estando en La Habana, Cuba, miraba un capítulo de la telenovela brasileña Roque Santeiro cuando y se fue a dormir; esas son las últimas imágenes que vio.

Cuando despertó todo estaba oscuro; se le hizo extraño, así que como pudo prendió la radio de su cuarto del hospital donde recibía tratamiento y sintonizó Radio Reloj, una estación en la que constantemente daban la hora.

"De pronto escuché que dijeron las 9:25 de la mañana y mi reacción fue: '¡No puede ser!'. Como pude, me arrastré a la ventana, abrí las cortinas y ya no miraba absolutamente nada", recuerda en una entrevista al diario Prensa Libre.

Gálvez estaba en Cuba precisamente en un tratamiento contra la retinitis pigmentosa, una enfermedad genética para la cual no existe cura.

Hacía unos años que, jugando futbol de manera amateur, sufrió un golpe en la cabeza y, al levantarse, tenía problemas en la vista; fue al oftalmólogo a una revisión de rutina y lo que escuchó le cambió la vida.

"A uno le dicen: 'Te vas a quedar ciego', y uno piensa: éste está loco, pero conforme se me fue deteriorando la visión me di cuenta de que las palabras del facultativo eran reales".

Azares del destino, cerca del hospital al que acudía a rehabilitación entrenaba el Municipal, uno de los dos equipos más populares de Guatemala. A la hora de la comida iba a ver los entrenamientos.

El peor día de su vida, según narra en un documental sobre su persona, fue cuando le vendaron los ojos en ese centro para irse adaptando a su nueva vida; pero en las canchas de futbol encontró un desfogue a todas emociones que afloraban y, además, a su profesión.

Pidió una oportunidad y le dieron una grabadora para que hiciera cápsulas para un programa de los Rojos; otros medios lo escucharon y lo invitaron a colaborar.

En 1989 su vista comenzó a empeorar, por lo que el comentarista Gustavo Velásquez organizó una colecta para que pudiera viajar a Argentina, donde se sometió a cuatro operaciones; ahí tuvo la oportunidad de aprender de los amigos periodistas de Miguel Ángel Brindisi, entonces DT del Municipal, y quien lo recomendó.

Volvió a Guatemala con un acento argentino que ya no perdería nunca, y que ha sido uno de los principales motivos de crítica de este oriundo de San Martín Jilotepeque, Chimaltenango (12 de febrero de 1965).

"Lo que pasa es que eso se va pegando, yo he tenido mucho contacto con los argentinos y mis grandes amigos son de ese origen. Hay mucha gente que puede pensar que es imitación, pero a mí me sale porque ya es costumbre", argumenta.

 
 
SU PROFESIÓN
 
En el 2000 se fue a Los Ángeles y encontró lugar en la estación de radio que transmitía los juegos del Galaxy y que dirigía un guatemalteco; un día no llegó un analista, así que el director le pidió que comentara el partido.

Él ya tenía tiempo comentando noticias o haciendo análisis posteriores, pero no hacía comentarios de partidos en vivo.

- Yo no veo, entonces ¿cómo voy a hacerlo?

- Usted tiene más capacidad que muchos que miran.

Así comenzó a crecer su prestigio, al grado que regresó a Guatemala a Radio Punto y no sólo se volvió el comentarista principal, sino que llegó a ser el director; desde entonces no ha dejado los medios.

Gálvez se mueve con la ayuda de su hijo mayor, quien lo acompaña al estadio y sirve como su guía y sus ojos; cuando no puede ir al futbol, sus elocuentes comentarios se basan en lo que escucha de las transmisiones.

"Hay cosas que indiscutiblemente no puedo comentar: yo no puedo decir si fue penal, yo no puedo decir si le pegó bien o mal a la pelota, o si la pelota pasó cerca de un palo o no, pero sí puedo introducirme a lo táctico, introducirme a los pros y los contra que tenga determinado esquema o sistema", dice Gálvez.

Este comentarista deportivo, con programas de TV y de radio, ha desarrollado una extraordinaria memoria para poder realizar su profesión.

"Mi trabajo depende de ésta, porque no tengo nada escrito, ya que no puedo leer. En el cerebro tengo almacenados cerca de 300 números de teléfonos. No es que sea un superhombre, simple y sencillamente ejercito sentidos que los videntes no utilizan", describe.

Cuando era joven y le descubrieron su enfermedad, Gálvez creía que nunca iba a pasar, sin embargo, supo reponerse y la fórmula de su éxito tiene nombre: preparación.

"Lo hago con el corazón, porque me gusta, tengo pasión y trato por todos los medios de no improvisar, por lo cual me preparo. Primero estudio a los dos equipos, cómo se han parado y qué han hecho durante la semana para ver qué es lo que pueden hacer, y a través del relato del narrador yo sé, más o menos, lo que está pasando", asegura.

Desde luego que su labor desata críticas y bromas, pero Gálvez ha entendido perfectamente su posición; incluso, los más incrédulos le preguntan si en verdad no ve.

"Para algunos soy el más querido, y para otros el más odiado", asegura Juan Carlos, el comentarista que no tiene límites.

 
 
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