San Cadilla
en CANCHA


Drama en Madrid
 
Para que vean que en todos lados se cuecen habas, quiero contarles que si a alguien le vino bien que corrieran al técnico Miguel Ángel Sopuerta, esa fue Kenti Robles, quien nomás no veía la suya en el Atlético de Madrid, a pesar de que se mataba entrenando todos los días y en la cancha cuando le daban minutos.

Dicen que Sopuerta tenía su "genio" y que desde que

llegó Kenti le puso muchas trabas y la hizo trabajar de sol a sol para demostrar que el mandón era él, y que por bello que fuera el currículum de la mexicana, no le iba a dar la titularidad tan fácil.

Es más, varias veces la directiva platicó con él, haciéndole ver que habían llevado a Kenti para que jugara por la calidad que había demostrado en el Barcelona, pero nada, a Sopuerta nada le gustaba.

La chava se aguantó como las buenas: soportó regaños, que la relegara a la banca, que no le diera chances como a otras, y como el equipo andaba muy bien, pues no había modo de reclamar.

Pero el veinte se le acabó a Sopuerta y en cuanto comenzó a tropezar el Atlético y perdió el invicto, la magia se acabó al grado de que ya fue relevado para acabar con el calvario de Kenti y de varias más, que ya no lo aguantaban.

 
Los pastes de la paz
 
Como buen invitado, la comitiva del Pachuca no llegó con las manos vacías el sábado pasado al Estadio Azteca, donde enfrentaron al América.

Miembros del staff de los Tuzos se tomaron la molestia de hacer una parada en el camino de la capital hidalguense a la Ciudad de México para comprar los tradicionales pastes.

El paquete fue entregado a una integrante del staff azulcrema, quien gustosa aceptó el obsequio, el cual era una caja repleta del platillo tradicional de Pachuca.

Esperemos que al menos los pastes regalados hayan sido de dulce y así los empleados del club de Coapa endulzaran un poco la goleada 4-1, propinada por los Tuzos.

 
Gesto de grande
 
El sábado por la noche Cruz Azul no ganó en León por primera vez desde 1991, pero sí se hizo un poco más grande.

Pese al terrible golpe de perder como lo hizo, 3-2 ante La Fiera, varios jugadores celestes olvidaron las poses y el mal humor que caracterizan a los equipos que pierden, y le cambiaron la noche a un centenar de aficionados de La Máquina que esperaban detrás de la reja que los separaba del autobús cementero con la ilusión de obtener un autógrafo.

Si bien no fueron todos, hombres como Christian Giménez, Jorge Benítez y Ariel Rojas se acercaron a atender algunas peticiones. Bueno, hasta el siempre serio Tomás Boy se acercó para firmar autógrafos, con todo y que en un instante alguien le gritó que le echara más ganas.

Fue tal la felicidad de los seguidores celestes al partir que me quedó claro que aunque Cruz Azul perdió el partido adentro del Nou Camp, afuera ganó algo más importante, que es lo que lo mantiene todavía hoy como un club grande.

 
 
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