Alguien que entra riéndose a carcajadas a una iglesia es más que inoportuno.
O quien se atreve a rayar un anuncio en el metro. O aquel cuyo instinto le invita a bajarle el aire a las llantas del vecino que tapó unos centímetros de su puerta.
En esos casos hay dolo, mala fe, alevosía.
Hay otra manera de no encajar en un ámbito: ser ignorante de sus reglas y no saber
comportarse.
Quien asiste a una cena de gala y come con las manos o quien va vestido de rojo a un velorio.
En el caso del futbol, hay circunstancias que ponen a nuevos directivos al frente de un equipo: situaciones políticas, deseo de notoriedad, necesidad de reconocimiento social...
Lo ocurrido en Veracruz, que no es nuevo en la historia, es una manifestación más de esa ignorancia de los códigos con el añadido de la prepotencia y el dolo.
Edgardo Codesal, arrinconado por Fidel Kuri y sus huestes en un palco del "Pirata" Fuente, fue víctima de la más elemental obligación de un equipo anfitrión: garantizar la seguridad de los asistentes.
Si Kuri es dueño del Veracruz o dejó de serlo en los papeles oficiales ante la Liga por su cargo político es un asunto que no puede servir de parapeto.
La sanción debe ser ejemplar; mayor. No quedarse en un atorón de procedimiento para lograr el respeto que el futbol mexicano debe a sus integrantes y a sí mismo.
Si alguno de los recientes afiliados no sabe, puede o quiere comportarse de acuerdo a las normas y buenas costumbres indispensables, tendrá -como lo dice Kuri en su endeble carta de disculpas- que enfrentar consecuencias. Veracruz, amigo de hablar con frecuencia inusitada de complots arbitrales, merece un alto a su repetitivo proceder. Saber que los jueces se equivocan, que ello es parte de la naturaleza del juego aunque a veces parezcan increíbles sus errores.
En algún momento previo al actual torneo se celebró un acuerdo directivo: respetar más a todos los actores, limpiar la atmósfera que las palabras ensucian casi cada fin de semana. Ya no hablemos de írsele encima a una autoridad arbitral con antecedentes cardiacos por cierto.
Este es el mejor momento de hacer algo, precisamente por la gravedad de la situación.
Los profanos tienen que aprender, modificar y remediar. Para que dejen de serlo.
Para que nuestro futbol tenga menos personajes que no merece.
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