En estos mexicanos y futboleros lares cada quien debería pedirles a los Reyes Magos de acuerdo a las propias necesidades y deseos.
Los aficionados, un mejor futbol, que se acerque más al que se juega en las mejores Ligas europeas; y de paso un nivel educativo más alto para disfrutar del juego sin fanatizarse ni darle más importancia de la que tiene.
Los futbolistas, una dosis mayor
de profesionalismo, de conciencia del privilegio que representa cobrar (muy bien) por hacer lo que muchos harían gratis... si tuvieran la capacidad para hacerlo.
Los equipos, encontrar la más elemental consistencia en su desempeño, ganando, empatando o perdiendo, pero garantizando siempre un mínimo de rendimiento en su juego.
Los directores técnicos, mayor capacidad para sacarle cabal provecho a cada uno de sus dirigidos, y para ponerlos a todos a jugar a lo mismo.
Los dirigentes, algunos, saber más de futbol o por lo menos distinguir hasta dónde saben, y actuar en consecuencia. Tino para acertar en la elección de cada técnico y para darle a cada proceso el tiempo necesario de maduración. Y si no es mucho pedir, un sistema de competencia que sin pegar sustancialmente en lo económico pegue menos en lo deportivo dejando de premiar la mediocridad y promoviendo un poco la búsqueda de la excelencia.
El Barcelona (para trasladarnos a otros lares), que siga prolongándose como por arte de magia la más brillante época que equipo alguno de futbol haya tenido en la historia de este juego.
El Real Madrid, que como técnico Zinedine Zidane manifieste aunque sea la tercera parte de la capacidad que tuvo como futbolista.
Y ustedes como yo, estimados lectores, si en verdad creyéramos que los Reyes Magos conceden lo que se les pide, seguramente les pediríamos cosas inscritas en ámbitos mucho más importantes que el futbolero. ¿O no?
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