San Cadilla
en CANCHA


Idea millonaria
 
 
Como ustedes ya sabrán con la entrada del nuevo reglamento de transito en la Ciudad de México nos tienen con las manos (y sobre todo las piernas) atadas, multas por aquí, multas por allá, sobre todo por esas camaritas que miden la velocidad cada que alguien se siente en una película de Rápido y Furioso en pleno Periférico.

Les cuento esto, porque ya

me chismearon desde las afueras de La Noria que Joao Rojas ya se está preparando por si lo llaman para la octava entrega de la saga, pues cada que sale de las instalaciones de Cruz Azul le mete pata a su nave como si se estuviera alistando para el casting.

El peligro no es para el ecuatoriano, sino para los aficionados (entre ellos un chorro de niños) que normalmente esperan afuera del lugar para buscar autógrafos de sus ídolos, pero al ver que Joao sale, tienen que esquivar el carro deportivo del mediocampista que diario va echo la mocha, claro, eso sin contar a tooooooodas las escuelas aledañas a los campos de entrenamiento.

Para suerte de Joao, a la Setravi aún no se le prende el foco y no ha instalado sus temibles camaritas en los rumbos de La Noria, y pues ya les estoy dando el pitazo, si quieren agarrar cliente apúrenle a ponerlas, porque el cruzazulino nomás es amiguísimo de conducir como loco. Luego no digan que no doy consejos para mejorar la vida de la Ciudad.

 
 
 
 
No le pregunten
 
 
El no es mucho de reflectores, más bien es de un estilo más introvertido, y claro, evita a toda costa hablar hasta de uno de sus grandes amores, River Plate.

Les cuento esto porque me enteré que a Ariel Rojas ya lo tienen hasta la coronilla de tanto que le preguntan sobre su ex equipo, pues desde que llegó a Cruz Azul, procedente de los Millonarios, no hay día que al "Chino" no le recuerden de donde viene.

Ahora que River anduvo por tierras niponas para jugar el Mundial de Clubes, a Rojas me lo anduvieron hostigando desde Argentina para que hablara sobre los de Marcelo Gallardo, pero como él es muy respetuoso de los tiempos y formas, se negó a realizar cualquier tipo de comentario por respeto a La Máquina, que es la que le paga hoy.

También me contó un pajarito que Ariel ni siquiera vio los partidos de River en el "Mundialito", y mucho menos el baile que le puso el Barcelona en la Final a los argentinos; primero porque los duelos eran de madrugada, y segundo, porque Tomás Boy se los trajo cortitos en pretemporada y había que levantarse temprano.

Pero no es el club quien no termina de superar su partida, son los muy distinguidos aficionados de River Plate los que todavía no aceptan que el mediocampista ya tiene un nuevo amor, que pinta de azul.

 
 
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