La última y volvemos

Francisco Javier González
en CANCHA


Hace un par de años en estas fechas decidí escribir mi última colaboración del año para CANCHA haciendo una reflexión: ¿qué y quién es el comentarista deportivo y cuáles son sus obligaciones y tareas?

En ese momento hablaba, en un acto de estricta auto conciencia, de las demandas de nuestro medio.

Para mi sorpresa -perdón por hablar en primera persona, lo que resulta en mi ejercicio

profesional y en mi vida personal una excepción- el maestro José Ramón Fernández contestó con su pasión característica a través de una columna lo que pensaba de mí y de la profesión.

Fuera de cualquier diferencia, eso fue una distinción. De tal importancia que me hizo pensar dos o tres días cuál sería la mejor manera de replicar sus puntos de vista, siempre a favor de nuestra vocación.

Interrumpí mentalmente mis vacaciones en un ejercicio neuronal que a un lado de la piscina me mantuvo ausente y absorto de la familia anhelante de compartir el tiempo perdido. Escribí una respuesta para publicar.

Después de hacerlo, sus palabras en segunda réplica rayaron más en lo personal que en lo gremial. Por lo menos así lo sentí.

No fueron vanas, pero el diálogo del maestro se vio interrumpido por sus fijas y auténticas ideas desde una posición determinada. No la de todos, no la de un mundo cambiante en lo generacional y en lo mediático.

Y ese es el que siempre me ha interesado más porque nosotros y nuestra interpretación del mundo pagarán factura al paso del tiempo. Somos actores menores ante el paso de los años y las eras.

Este fin de año, la reflexión vuelve a martillar la cabeza: ¿Estamos haciendo lo que la gente espera, necesita y pide? ¿Vamos al ritmo de los nuevos tiempos? ¿Estamos haciendo correctamente nuestra tarea para entretener y al mismo tiempo respetar los fundamentos de nuestra profesión?

Tenemos que animar pero sin faltar a la verdad. Divertir pero con la ética en la mano. Acompañar pero sin ser cómplices de lo que sea.

Los últimos tiempos y las coyunturas que hay en la vida me han reservado una posición privilegiada: la de experimentar si se puede hacer así en el medio electrónico mas importante y trascendental que existe en México.

Las primeras 5 semanas han sido encantadoras: me han dejado claro que de eso se trata: de servir a las audiencias más que a cualquier otro propósito. Eso va con la ética que desde la cuna me ha sido inculcada: los valores por encima de todo.

Esta vez no interrumpiré vacaciones porque hay que tomar aire para lo que sigue: reivindicar nuestras creencias desde un lugar exigente y envidiable.

Ya te contaré, maestro. A ti y a todos.

Lo que uno se imagina puede ser mejor aun. Depende de nosotros.

Nos vemos en enero.

 
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