La Dominguera

San Cadilla
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León viejo y sin dientes
 
La particular historia de Matías Almeyda (21 de diciembre de 1973, Azul, Argentina) le ha dado al técnico del Guadalajara una imagen de ejemplo de renacimiento del sótano emocional para alcanzar nuevamente el éxito.

Desde su origen, el sueño de ser futbolista lo invadió y comenzó su etapa en el Alumni, un pequeño equipo amateur de su ciudad. A los 13

años se fue a Buenos Aires para intentar ingresar en las Fuerzas Básicas del River Plate y su autoestima recibió el primer golpe.

"No quedó elegido para las inferiores. Fue algo duro para un chico que deseaba quedarse", relató Federico Alegri, periodista de su ciudad.

Después de casi un año superó su tristeza, su padre insistió en que volviera a probarse y en el siguiente periodo de pruebas fue elegido.

Ahí se originó su apodo, "Pelado", pues Federico Vairo, técnico de Fuerzas Básicas, comenzó a decirle así por su corte de pelo, casi rapado.

Almeyda fue ascendiendo hasta llegar al primer equipo y debutó bajo el mando de Daniel Pasarella, en 1992. Almeyda vivía su mejor momento emocional, a plenitud y con un largo camino por delante.

Combinaba su amor por el futbol con su admiración por la música de The Doors y su vocalista, Jim Morrison, otro tipo que sufría altibajos emocionales.

En 1997, el "Pelado" se fue al Sevilla, después de ganar la Copa Libertadores con el River. Su etapa en España no fue brillante y su pase fue negociado a la Lazio, de Italia, donde alcanzó su mejor nivel en Europa. Logró títulos bajo la dirección de Sven Goran Eriksson.

Se divorció de su primera esposa para casarse con Lucía García, una joven modelo argentina, con quien procreó a sus tres hijas. En Italia se reencontró con la depresión, cuando fue cedido al Parma y después al Inter de Milán, en el que pretendía retirarse, pero no lo consiguió, pues jugó con el Brescia una temporada.

Para reanimarse lo convencieron de volver a su país para jugar con el modesto Quilmes y luego se fue a Noruega, para jugar con el Lyn Oslo.

"En realidad, nunca terminé de retirarme", confesó.

En el 2009 jugó en la Cuarta División argentina, con el Atlético Fénix, y después de 13 años volvió a ponerse la camiseta del River Plate y vivió el descenso en el 2011.

Inició su etapa de entrenador días después del descenso, con el River. El "Pelado" tardó en reconocer sus problemas de depresión.

"La tuve siempre y la detecté a los 26 o 27 años, pero nunca quise tratarme con un profesional, tuve que dejar el futbol para darme cuenta de que no podía seguir así. Yo soy padre de tres hijas, tengo a mi mujer, a mis papás, a mis hermanos, a mis sobrinos y realmente estaba transmitiendo algo muy feo hacia ellos", reconoció.

"Hubo una gota que derramó el vaso. En el sicólogo mi hija me dibujó como un león viejo, sin pelos ni dientes. Eso realmente me dolió, que ella me viera de esa manera. Uno a veces es un poco egoísta y piensa sólo en uno, pero a partir de ahí tuve un cambio grande".

Ahora ese león viejo y sin dientes es fuerte y lleno de vida, cargado de enseñanzas para sus jugadores.

"Llegó un momento en el que no podía más, no tenías las fuerzas para levantarme de la cama. Y en esa mejora, mi señora fue clave para que cambiara mi forma de ser. El dibujo de mi hija y la preocupación de toda mi familia, de los que están en los momentos buenos y malos, me llevaron a hablar con la sicóloga".

Ahora, en la pretemporada de las Chivas, en Cancún, Almeyda ha pedido suprimir el uso constante del autobús del equipo para trasladar a los jugadores del hotel a los campos de entrenamiento.

"Es mejor en bicicletas, todos en una. Los jugadores hoy en día tienen muy buenos autos y la bicicleta tiene esa magia, de hacernos convivir mientras se pedalea, disfrutar del ruido de la naturaleza y el recordar un poco el origen", explicó.

Almeyda de niño le escribió una carta a Diego Maradona, justo en el Mundial de 1986, y años más tarde cumplió el sueño de jugar a su lado, en giras del Svhowbol.

Es amante del boxeo, gracias a la influencia de su abuelo Mateo.

"De chico, además de regalarme una pelota, también me dieron unos guantes. Disfruté mucho del box junto a mi abuelo", confesó para el Clarín. "Me tocó la etapa de Mike Tyson, pero claro que admiro mucho a Carlos Monzón, a (Julio César) Chávez, de mi época".

Otro gusto muy particular es por las motocicletas, sobre todo las de alto cilindraje, de preferencia las Indian o Harley Davidson.

También es amante de la joyas, en particular del oro, por eso no es raro verlo con llamativos anillos y pulseras.

 
 
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