José Mourinho ha sido destituido del Chelsea. La noticia no tendría mayor relevancia si no se tratara justamente de Mourinho, quien en términos de boxeo, perdió el invicto ante un rival que dominó por años y además lo perdió por nocaut.
Hay técnicos más terrenales y hasta paisanos del "Special One" que viven la profesión con sus altibajos normales y se atreven a decir atinadamente: "Firmar
el contrato es el momento de gloria. A partir de ahí, la situación empeora". Para Mourinho las cosas no habían sido de esa manera, tras la firma de cada contrato se acostumbró a proporcionar títulos, polémicas, resultados y un personaje que con el tiempo fue desplazando hasta las figuras de sus muy laureados equipos.
Bobby Robson fue quien le llevó como traductor al Sporting de Lisboa, no tardó en darse cuenta que era mejor asistente y no lo soltó durante su paso por el Porto y Barcelona.
Admiro a los deportistas con impresionantes records invictos, por supuesto que sí, porque la competencia es cada vez más dura, porque la preparación y la estimulación continúan a pesar de los éxitos y porque mantienen sus objetivos intactos sin importar las adulaciones, la fama y la fortuna. Pero admiro mucho más a quienes son capaces de levantarse de los fracasos, a quienes retoman las bases, quienes se renuevan y quienes regresan después de los tropiezos con mayor fortaleza. En mi opinión para hablar de derrotas es necesario vivirlas con todo y su proceso de recuperación. Los invictos desconocen esa fascinante faceta de la autocrítica y la auto exploración, indispensables para el crecimiento.
Algo le cambió a Mourinho que solamente él y sus más allegados son capaces de conocer. Algo cambió drásticamente dentro de una institución donde se sintió cómodo desde su primera etapa con Chelsea, donde ganó lo que esa institución jamás había logrado... algo o mucho cambió y le transformó dentro de un equipo con el que, tan solo unos cuantos meses atrás, logró títulos de Liga y Copa de manera convincente.
Bien dice Cruyff que la dirección técnica no es una profesión, sino un arte: al arte de asumir la responsabilidad o el arte de concederla. Probablemente la diferencia entre el Mourinho multicampeón y el Mourinho en crisis es, justamente, el cambio entre el que asumía esa responsabilidad y el que decidió concederla, para después encontrar culpables dentro de su equipo.
Seguramente Robson habría pensado al menos dos veces una de sus frases más repetidas, de conocer los alcances a corto plazo de su traductor-asistente: "Los pintores no ganan dinero hasta que están muertos, y lo mismo ocurre con los entrenadores: nadie reconoce su trabajo hasta que dejan este mundo". No, no es el caso de Mourinho, reconocido, criticado y muy elogiado.
Mourinho ha dejado al Chelsea luego de 9 derrotas en 16 partidos, hoy puede comenzar a escribir su verdadera inmortalidad si es capaz de extraer los grandes beneficios que dejan los fracasos, y mucho más si se trata del primero.
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