Más allá de los colores

Francisco Javier González
en CANCHA


Llegó la hora.

El día de una gran Final se convierte en todo un acontecimiento.

El futbol goza de una gran intensidad. Las camisetas que participan en la lucha por el título salen de los armarios, de las tiendas deportivas: los partidarios se enorgullecen y si se les permitieran, irían vestidos con ellas a sus trabajos y escuelas.

La primera plana de REFORMA le hace un guiño

al partido. Sin haber participado en su diseño ni saberlo, seguro es que la página más importante de todos los días le reservó un espacio: el duelo de esta noche no sólo interesa a los fanáticos del deporte. Atrae miradas -bien por curiosidad, bien por pertenecer a un grupo-, de quienes no suelen voltear al terreno más que una vez por semestre.

La importancia del juego trasciende entonces a los escudos que defenderán sus ilusiones y a los fanáticos de otras divisas. Más mujeres que las habituales pondrán atención. Más gente de todas las edades separará un espacio para tratar de verlo, de escucharlo, de estar al tanto.

Por eso una gran Final es el mejor artículo de mercadotecnia que puede tener cualquier deporte. Hay quien hasta por mera curiosidad social se asoma a ella con el riesgo de quedar atrapado. Acepta la oferta de degustación, con deseos de que sus papilas gustativas actúen sin prejuicios. El futbol tiene hoy y el domingo una de esas oportunidades que no se pueden desperdiciar.

Por supuesto que los fieles saben mejor de que se trata y ponen más conocimientos en juego. Saben que los Pumas han hecho una campaña extraordinaria pero no aún memorable. Para eso hace falta quedarse con la corona.

Los Tigres tienen tanto, que hasta se dieron el lujo de perder puntos importantes al inicio de la campaña porque estaban jugando al mismo tiempo la Copa Libertadores.

No fue poco lo que lograron en ella, como importante es también lo que han sumado al llegar a su octava Final de la historia.

Maestro y alumno en las bancas, fieras hambrientas en el campo, representantes universitarios los dos. Mejor defensa contra mejor ataque.

Hay muchas maneras de ver el enfrentamiento.

La que mayor herencia dejará sin embargo es que la batalla sea intensa, valiente, de buen espectáculo y con un justo ganador. Con dos equipos que dejen saciada a esta tribuna de propios y ajenos.

Qué difícil compromiso es ser campeón y agradar. Tan difícil que ninguno de los dos pensará en ambas cosas.

Aunque el futbol se los agradecería porque es su forma de conquistar más almas: gustar y hacer de esta una noche inolvidable.

 
fjgonzalez@reforma.com
 
Twitter: @fj_tdn