Que no hay toros

Guillermo Leal
en CANCHA


Insisten, sobre todo las figuras españolas, que en el campo bravo mexicano no hay toros suficientes para armar una corrida "a su gusto", que las ganaderías de prestigio tienen los encierros contados, y que en algunas inclusive sólo están puestos los seis astados, ni siquiera como debe ser cuando menos dos más de reserva.

Y que ello redunda que en algunas plazas no se pueda presentar un

encierro completo con toda la seriedad.

No es de creerse. Debe haber toros, pero no cómo ellos buscan, aprovechando que el fenotipo del toro mexicano es de menor envergadura que el español.

Ahora si lo que dicen es cierto, -porque ningún ganadero lo ha desmentido- estamos en un grave problema.

Cierto es que la situación económica en el País no es la mejor, y menos en el campo bravo, donde los apoyos del Gobierno están, pero no como debiera tomando en cuenta lo que una ganadería representa no sólo para el cuidado animal, sino del medio ambiente y la cantidad de trabajos y economía que genera el toro de lidia.

Pero de ello no podemos agarrarnos para bajar el trapío, porque correspondientemente bajan también las entradas a los tendidos.

Bueno, hay una excepción que desafortunadamente es Guadalajara.

Ese escenario de buenos taurinos es donde se lidia el toro más grande del País, porque así lo exige el público, pero éste, aunque le cumplen, no se reporta en la taquilla.

El apoyo y la paciencia de una empresa seria como Espectáculos Taurinos de México se puede acabar y entonces ¿quién sería capaz de solventar una temporada como exige la importancia del Nuevo Progreso?

En fin, el tema es que el toro de lidia es el eje fundamental del éxito en los espectáculos taurinos. Ya no podemos engañarnos con que "la pinta le ayuda", "mira está gordito, enmorrilladito, si pasa".

Los ganaderos y, sobre todo, los veedores de los toreros deben tomar responsabilidad que a las plazas deben darle seriedad con la presencia de los toros.

Y el toro permite el lucimiento del espectáculo en todo su esplendor.

En la Plaza México donde se tratan de cambiar las cosas, aunque a los ganaderos les está costando trabajo, hay tres ejemplos:
 
Ahí está el de Hamdan que propició el rotundo triunfo de la joven figura Joselito Adame; el de Bernaldo, que sin ser un astado que espantaba a nadie, tenía su seriedad y dejó expresarse maravillosamente a Diego Urdiales; y ni qué decir el encierro completo de Jaral de Peñas, que sin muchos kilos, fue ejemplo de trapío en su línea española y cuyo "Mazapán" fue un toro bravo, nada fácil, y le permitió a Silveti una heroica actuación.

Importante es que cada ganadería tiene su trapío. No podemos sacar de contexto a nadie.

Un encierro de procedencia española debe tener un trapío que no podemos exigir en uno de procedencia mexicana.

Decía mi maestro Pepe Alameda -cuyo 103 aniversario de su natalicio recordamos el pasado lunes- "cada cosa debe tener su lugar".

 
 
guillermo.leal@reforma.com
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