La discusión se puso buena y la pregunta era: ¿Un ex futbolista muy reconocido, de gran trayectoria en Selección Nacional, puede prestarse a ser parte de campañas publicitarias en las que se le solicite disfrazarse durante un encuentro del Tri?
No es extraño para nadie que cada vez, con mayor frecuencia, se realizan activaciones de los patrocinadores con los propios jugadores para promover
sus productos ni que durante los encuentros de Selección Nacional, en México y Estados Unidos, se contrata a ex futbolistas reconocidos para realizar distintas campañas con el público y sus clientes, que van desde firmas de autógrafos, hasta juegos y caracterizaciones fuera de lo acostumbrado para aquellos que se hicieron famosos en una cancha de futbol.
Hay quienes piensan que disfrazarse con un traje verde y observar el encuentro de la Selección Nacional en el Estadio Azteca, con un grupo numeroso y anónimo de disfrazados es un atentado contra la dignidad de quien hace no muchos años era un gran protagonista en esa misma cancha, pero como parte de la alineación titular. Curiosamente esas impresiones llegaron en la discusión, provenientes de aquellos que se han dedicado por entero a los medios de comunicación, sin pasar por el terreno de juego.
Y entiendo su punto de vista, porque en esa posición se volvieron terrenales, palpables y parte de las masas pero... ¿acaso no era justamente esa la queja? Si durante el tiempo activo del futbolista se le critica por actitudes soberbias y por no ser accesibles ¿Por qué al mostrarse abiertamente al alcance de la gente, también se le juzga duramente?
El futbolista tiene cierta vigencia, el ex futbolista también. De la misma forma que un nuevo prospecto con características más deslumbrantes desplaza a un veterano en el terreno de juego, el recién retirado resulta más atractivo para las activaciones con patrocinadores que una vieja gloria en vías de expiración para la memoria del aficionado. Si los pintores obtienen sus mejores ingresos una vez muertos, los futbolistas no pueden darse el lujo de ser atrapados por el olvido que súbitamente se presenta un día.
Ahora bien, no a cualquier ex futbolista se le contrata para esas campañas, no se les paga un honorario raquítico y tampoco se trata de leyendas en desgracia.
Dice un principio de riqueza del futbolista (de Albert Serrano), que viene muy bien a este tema: "Existen poquísimos futbolistas libres financieramente. No te engañes, la libertad financiera sólo se consigue cuando tus ingresos pasivos (que no vienen del rendimiento de trabajo) superan tus gastos recurrentes".
Este tipo de presentaciones con este tipo de celebridades representan un excelente ingreso pasivo, que no es para nada motivo de vergüenza, contrario a lo que piensan algunos que no parecen conocer la diferencia entre un trabajo relajado y la dignidad extraviada.
ffernandez@reforma.com
Twitter: @Felixatlante12