Hoy en el Senado de la República recibe Alberto Bailleres González la Medalla Belisario Domínguez.
Una distinción que llena de orgullo al tratarse de la distinción más importante que otorga el Estado Mexicano, ya que para concederla se unen los tres Poderes de la Unión.
La decisión se tomó por su "sobresaliente contribución como mexicano, comprometido con la comunidad, emprendedor,
empresario, filántropo, promotor de la salud e impulsor del desarrollo económico, educativo y cultural del País", afirmaron.
Pero Alberto Bailleres también se ha distinguido como uno de los principales motores taurinos del País, y desde hace algunos meses, parte del engranaje español con su inclusión como ganadero y empresario.
Paralela a sus actividades públicas está su pasión por la fiesta brava.
Es dueño de algunas de las más importantes plazas de toros en el interior de la República Mexicana: Guadalajara, Aguascalientes (la Monumental y San Marcos); Monterrey, León, Irapuato, Acapulco.
Y de cinco ganaderías de toros de lidia: San Miguel de Mimiahuápam, Begoña, Santa Teresa y San Martín, y la española de Zalduendo.
Alberto Bailleres se ha significado siempre por su apoyo incansable a la fiesta brava.
Sus negocios no taurinos, le permiten mantener los que sí lo son.
Es común verle en las plazas de toros disfrutando de la fiesta como aficionado.
A veces sufre nervioso ante la responsabilidad como criador de bravo, donde su honestidad, que le ha llevado a ser un hombre reconocido en todos los ámbitos, es evidente.
"En los toros hay tardes buenas y malas. Yo como ganadero debo aceptar, reconocer y enorgullecerme, cuando los toros son buenos y bravos.
"Pero cuando no, debo ocuparme y trabajar para corregirlo", me contó un día en el palco de ganaderos de una de sus plazas consentidas, la de Aguascalientes.
Hace muchos años cuando fui secretario particular del maestro Pepe Alameda, conocí a Alberto Bailleres.
Entre ambos siempre hubo una estrecha relación, desde que el recordado y gran cronista era exclusivo de la cervecera de don Alberto, hasta que aquella relación profesional se convirtió en una sólida amistad, aunque se hablaban respetuosamente de usted.
El maestro Alameda me dijo pocos días antes de morir en 1990. "El tiempo va a reconocer al licenciado Bailleres como se debe, y la visión para sus negocios le va a permitir mantener la fiesta brava en sus plazas, siempre con la seriedad que acostumbra".
Han pasado ya 25 años de la ausencia de mi querido Don Pepe y el tiempo, como él lo dijo, le está dando la razón.
Hoy en la casa de los Senadores no sólo entrará el empresario, el esposo, el padre de familia, el abuelo...
Entrará el taurino, título que orgullosamente ostenta, y nunca ha ocultado, Alberto Bailleres González.
guillermo.leal@reforma.com
Twitter: @memo_leal