"Golfista que se coloca para pegar a la bola rígido como estatua termina como monumento al fracaso".
Dick Aultman
Mucha expectativa generó Tiger Woods en su intención de venir a México para jugar en la Bridgestone America's Golf Cup en el Club Campestre de la Ciudad de México.
Con justa razón, ver al mejor jugador del mundo en los tiempos modernos no era para
menos. Cualquier aficionado al golf sabía el deleite que sería verlo de cerca. La cancelación de su participación fue dolorosa porque ya estaba un tanto organizada esa logística que implica contratar a Tiger, empezando por el pago anticipado a él, así como los patrocinios y boletos vendidos.
Tiger tuvo que cancelar por segundo año consecutivo, y por los mismos problemas de espalda que lo vienen afectando de hace ya tiempo atrás.
Para contratar a Tiger se requiere de anticipación, visión y aceptación de riesgo, ya que son varios millones de dólares (cuatro) los que hay que pagarle.
Sin Tiger en el field se pensó que el torneo no tendría calidad o que la competencia no sería espectacular, que bueno que en los resultados se demostró lo contrario. Matt Kuchar, quien iba a ser el compañero de Tiger, se encargó de llenar el vacío.
Kuchar venía de jugar en Corea la President's Cup hace dos semanas, y en Fiji, la pasada; su caddie regular se lesionó y tuvo que ser reemplazado por Santiago Bueno, profesional del Club Campestre de la Ciudad de México, además tuvo que atender los compromisos de promoción y sociales, aun así, al pegar el primer driver, su enfoque ya estaba en la competencia.
Por el formato de "Bola Baja" era necesario entenderse con el compañero. Si bien con Tiger no tendría problemas para ajustarse porque han sido pareja en la Copa Ryder y conocen su juego entre sí, con Justin Hueber, elegido para reemplazar a Tiger por ser el mejor americano clasificado en el PGA Tour Latinoamérica (quinto lugar), podría suceder y así fue el inicio del torneo.
Kuchar empezó flojo y Hueber no ayudó tanto el primer día, empezaron con un discreto cuatro abajo. A partir de ahí la combinación de juego apareció y con scores de menos 11 y menos 8 a la segunda y tercera rondas lograron irse a la punta.
En la ronda final, Hueber fue víctima del momento y los nervios, pero Kuchar se encargó de cargarlo también al cerrar la tarea con el triunfo acertando en las jugadas que definen los torneos.
Hubiera sido muy fácil para Kuchar justificarse y hacer menos esfuerzo o tener un desempeño regular, ya que el cansancio de los viajes de las tres últimas semanas o la lucha por un premio menor a la garantía recibida le hubieran respaldado.
Sin embargo, prefirió dejar muestra de profesionalismo al darse tiempo para aconsejar a su caddie sobre el juego. Y a la galería de niños y niñas que están en busca del motivo para engancharse en el juego les permitió esa cercanía que convence y deja marca. Fue un evento bueno en todos los sentidos.
Hasta el próximo green.
rafael.alarcon@mural.com
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