La Dominguera

San Cadilla
en CANCHA


Un portero de fe
 
Si existe una carrera profesional de un futbolista con vivencias, decisiones peculiares y única en su formación, esa es la del protagonista de esta historia.

Carlos Roa, un tipo que tocó el cielo del éxito, que sufrió paludismo, que jugó un Mundial, que vivió un año sabático dedicado a la religión adventista y que padeció un tumor testicular.

Conocido

como "El Lechuga" debido a que no come carnes rojas, Roa era un portero típico de la escuela argentina, con un estilo ortodoxo, de alta estatura, pero seguro y efectivo en los penales.

Destacaba por sus grandes reflejos y una gran colocación bajo los palos, que no le importaba arriesgar el físico en las salidas ante el enemigo.

Ya en España jugando para el Mallorca, Roa pintaba para llegar a los equipos de elite en Europa, pero de pronto, a los 29 años, y en la plenitud de su carrera, decidió abandonar el futbol profesional por los principios que el juego tenía y que afectaban el que pudiera respetar su religión.

"Lo hice para llevar una vida de abnegación y de servicio hacia los demás, hacia el prójimo y para predicar lo que uno quiere aprender de la Biblia tiene que ser un cristiano y solamente se logra resignado muchas cosas que son importantes en lo material, pero poner en primer lugar a Dios", dijo en 1999 cuando sorpresivamente anunció su retiro.

Carlos Ángel Roa nació el 15 de agosto de 1969 en Santa Fe, Argentina. Comenzó su carrera en el CA Gimnasia y Esgrima de su ciudad natal, conocido popularmente como Gimnasia de Ciudadela.

Jugaba como delantero, pero pronto retrasó su posición hasta la portería en donde de inmediato destacó, por lo que llamó la atención de los buscadores del Racing Club que más tarde lo llevaron a las fuerzas inferiores de "La Academia".

Roa debutó de la mano de Alfio Basile en la Primera División en 1988 en un partido contra River Plate, debido a la expulsión de Ubaldo Matildo Fillol.

Con apenas dos años de profesional, en 1990 sufrió su primer problema grave de salud, cuando se infectó de malaria durante una gira que tuvo el equipo en verano por África.

"Allá me agarró el mosquito... Me picaron millones, como a todos, pero me agarré yo la enfermedad. Llegué acá y volaba de fiebre. Te ataca la sangre y se aloja en el hígado, en los vasos. A mí me agarró el más fuerte, el más complicado. Me salvaba o me moría", relató después.

Roa tardó más de un mes en abandonar el hospital.

"El peor momento fue cuando mis padres no lograban en Argentina los tipos de medicina que podían aniquilar el parásito Plasmodium", dijo.

El problema era que toda la delegación de Racing había tomado los medicamentos necesarios para viajar. Todos menos Roa, que por pertenecer a la Iglesia Adventista se dijo que se habría negado a medicarse.

Meses después de aquel episodio Roa volvió a jugar y negó que la religión hubiese tenido que ver, contradiciendo al Presidente del equipo.

Tras perder la titularidad con Nacho González, quien años más tarde vendría al Pachuca, Roa fue negociado al Lanús en 1994 y allí coincidió con Héctor Cúper, con quien vivió los años dorados del 'granate', peleando incluso por la Liga.

Tres años después Cúper lo lleva a jugar a España con el Mallorca, en donde vive su mejor etapa como portero y la del propio equipo balear.

En su primera temporada en el equipo bermellón, finalizaron quintos en la Liga. Además disputaron la final de la Copa del Rey contra el FC Barcelona de Louis Van Gaal.

El título se decidió en la tanda de penaltis y aunque Roa detuvo hasta tres lanzamientos (Rivaldo, Celades y Figo) y anotó uno, finalmente los azulgranas se llevaron la Copa.

Aún así en la temporada 98-99 conquistó el primer título para el equipo con la Supercopa de España ante el propio Barcelona y SubCampeones de la Recopa de Europa al perder frente a la Lazio de Sven-Göran Eriksson.

En la Liga el Mallorca terminó la temporada en tercera posición, la mejor clasificación de su historia y Roa ganó el trofeo Zamora, galardón al portero menos goleado de la competición.

De inmediato el Manchester United preguntó por él y le ofreció un jugoso contrato para ser sustituto de Peter Schmeichel.

Sin embargo, Carlos estaba en conflicto por tener que jugar los sábados y por atentar contra el respeto a su religión estando en una cancha.

Había tomado la decisión de retirarse a los 29 años y convertirse en pastor de la Iglesia Adventista del Séptimo día.

"No guardaba los principios como el del séptimo día bíblico que es el sábado. Yo no lo respetaba porque Dios manda que en ese todos tengamos una completa comunión con él y servir a los que lo necesitan. Yo en el futbol ponía por encima otros valores personales y profesionales por encima del prójimo, por ejemplo el pegarle una patada a otro ser humano", relató al explicar las razones de su retiro en el mejor momento de su carrera.

"Dios es más importante que 10 millones", declaró después.

Sin embargo, ese retiró sólo duró 9 meses.

En abril del 2000 Roa anunciaba su regreso al fútbol profesional, poniendo como condición que no disputaría partidos los sábados.

"En mi religión, la Adventista, el sábado se dedica a ayudar a los demás, visitar colegios, enfermos, a los necesitados", insistió.

El Mallorca le obligó a cumplir los dos años de contrato que tenía pendientes, pero nunca recuperó la forma que le llevó a figurar y fue relegado al banquillo como suplente de sus compatriotas Germán Burgos y Leo Franco.

Al terminar su contrato en el 2002 se fue al Albacete de la Segunda División española. Allí recuperó la titularidad y logró el ascenso a Primera División con el conjunto manchego.

Su carrera parecía recuperarse, pero de pronto un diagnóstico médico detuvo todo.

En 2004 le descubren un tumor testicular que le obligó a dejar de jugar otra vez.

Fue operado y le extirparon el tumor, pero debió pasar un año en rehabilitación y quimioterapias.

En ese tiempo entrenó con equipos de menor categoría hasta que volvió a Argentina.

"Hice una pretemporada en Córdoba. Todos se quedaron sorprendidos porque me preparé muy duro. No medí las consecuencias lógicas de ocho meses enfermo, con las defensas tan bajas y toda esa historia. Los doctores casi me matan cuando se enteraron que exigí muchísimo el cuerpo", relató.

Ya con el cáncer derrotado, logró contrato con el Olimpo de Bahía Blanca en Primera División, con el que jugó dos torneos completos, hasta que tras el descenso del equipo, decidió el retiro en definitiva en el 2005.

Como seleccionado Roa tuvo momentos igual de memorables.

Con Argentina defendió la portería en 17 ocasiones, jugó eliminatorias, la Copa America de Bolivia 97 con Daniel Passarella como técnico.

El "Kaiser" lo mantuvo como titular en el Mundial de Francia 98 siendo el héroe de los Octavos de Final al detenerle dos penaltis a Inglaterra, uno de ellos (el definitivo) a David Batty.

En el 2008 se tituló como entrenador y en el 2011 se incorporó al cuerpo técnico de Matías Almeyda en el River Plate con la misión de sacar al equipo de la Primera B Nacional.

Tras acompañar al "Pelado" en el Banfield, ahora por primera vez trabaja en México en la aventura que ambos emprenden con las Chivas desde octubre.

En Verde Valle el "Lechuga" ahora enseña sus secretos en la portería a José Antonio Rodríguez y a Rodolfo Cota, pero con Toño ha logrado  una identidad peculiar, quizá por la cercanía de ambos hacia el cristianismo y la fe.

 
 
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