Buen inicio, con sus dichos, ha tenido Juan Carlos Osorio al frente de la Selección Mexicana.
Evidentemente, lo que faltan son los hechos; pero por lo pronto el técnico colombiano ha demostrado que domina una de las facetas esenciales para un director técnico que pretenda tener éxito en cualquier equipo.
Conceptos claros con respecto a este juego, comunicados con una sencillez que
no por serlo deja de ser elocuente.
Entre sus dichos, mesurados y siempre producto de un sereno análisis, el atinado diagnóstico inicial sobre los futbolistas mexicanos y lo que de ellos espera y puede aprovechar en el maravilloso reto que emprende.
Además, veladamente, la mención de lo cómodos que están los directores técnicos mexicanos dirigiendo sólo en México.
Tan cómodos y bien pagados están, que no les interesa correr el riesgo de probar suerte y buscar oportunidades en Ligas de mayor nivel, algo que en buena medida también les pasó durante mucho tiempo y más o menos sigue pasándoles a las propios futbolistas mexicanos.
Claro que en el caso de los entrenadores el asunto es más complicado, porque para cotizarse en el ámbito internacional a mayores alturas primero necesitan que sea nuestro futbol el que se cotice.
Mientras no se gane algo más (aunque mucho se ha ganado con la medalla de oro en el 2012 y los títulos de la Sub-17 en el 2005 y el 2011), los técnicos mexicanos seguirán siendo requeridos (y muy bien pagados) solamente en México.
Mientras tanto, mientras afuera no se conozca lo suficiente lo de acá dentro, será el futbol mexicano el obligado a voltear hacia otros lares, como acaba de suceder al tomarse la decisión de contratar a Osorio como director técnico de la escuadra tricolor.
Cuestión de "cotizaciones" y de qué tan cómodos sigan estando los técnicos mexicanos como para animarse a correr los necesarios riesgos.
¿Quién se anima a correr alguno, como en su momento se animó Javier Aguirre?
Tan cómodos están, que se han tardado.
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