Emoción con palomitas

Francisco Javier González
en CANCHA


La escena es de Hollywood: el malo, que le ha estado chupando la sangre al protagonista, que le ha hecho la vida imposible, yace en el suelo sin que desde la butaca pueda adivinarse si ya lanzó su último suspiro, aunque todo indique que así es.

El héroe, fatigado por tanto esfuerzo, está listo a estrechar con un abrazo a su amor ya posible. Y cuando todo está a punto de llegar al final

feliz, el villano saca fuerzas de algún lado, toma un objeto y lo lanza al personaje central, que trastabilla por el dolor y la sorpresa: ¡El malvado vivía aún!

Sobreviene entonces el verdadero final-final. Tiene que escenificarse la última batalla, la pelea cuerpo a cuerpo definitiva. Ahora sí, el vencedor, tiene que lograrlo de tal manera que no haya sombra de duda. El último golpe tiene que ser tan determinante que el adversario no tenga ya tiempo ni fuerza para volver.

A 12 kilómetros de Hollywood, en el Rose Bowl de Pasadena, el Tri saldó así su última batalla -la más reciente por lo menos- contra Estados Unidos.

Fue mejor, pero el rival, aún en sus peores momentos, es duro y resistente. Sobrevivió a dos penales dentro de su área que no fueron sancionados, a dos goles que falló Chicharito, a un dominio permanente salvo por los últimos 20 minutos del primer tiempo en los que pudo equilibrar el duelo.

Pero irse a tiempo extra aguantando casi toda la noche al rival, poniendo la espalda contra las cuerdas para mantener la guardia arriba, sin casi tener el balón, era demasiado: a pesar del gol que volvió a darle vida en la escena referida, sufrió otro en contra que fue brutal, espectacular y justo. Paul Aguilar, rescatando una bala perdida de Raúl Alonso Jiménez, se convirtió en el actor secundario que se transformó en estelar.

Un magistral pase a gol para el segundo y la firma del tercero enderezaron su noche. Pocos centros buenos había fabricado antes de ello.

Estados Unidos no tuvo tiempo ni fuerza para reaccionar. Como en Terminator, Alien o Cabo de Miedo, el resistente villano fue ultimado sin más tiempo que el necesario para ver correr los créditos de la película.

El Tri de Tuca, valeroso y admirable, cumplió su cometido gracias a su personalidad, paciencia y superioridad.

Se quitó varios años de encima y cambió una odiosa cantaleta de "dos-a-cerou" desde la tribuna, a un triunfo comparable con el de la Copa Oro de 2011 resuelta con el inolvidable gol de Gio.

Habrá más películas de esta saga porque la rivalidad se ha vitaminado con esta nueva historia llevada al límite.

El dueño de los estudios no fue el ganador esta vez. Y para la inminente eliminatoria, las cosas se ven mucho mejor.

La victoria es incomparable.
 
 
fjglez@mural.com
Twitter: @fj_tdn