¡No llores por mí, América!

José Ramón Fernández
en CANCHA


Señoras y señores, hay días que el futbol no depara otra cosa que la ilógica de su lógica.

Y eso ocurrió el sábado en el Estadio Azteca.

Toda la semana se habló que el América era mejor equipo que las Chivas; que el Guadalajara iba hacia abajo, que su dueño era un desastre y que había corrido a los De la Torre, que habían traído a Matías Almeyda, de gran cartel como jugador, pero

todavía no como técnico. En fin.

Pero fue un gran chasco para el América, que se encontró con un adversario diferente, que no metió el camión atrás, impulsado por un Omar Bravo que atraviesa un gran momento de madurez, a sus 35 años, y que se ha convertido en el máximo goleador histórico de las Chivas con 155 goles.

Que estuvo atento a la jugada miserable que hizo el América en el primer gol; y a la gran jugada que hizo Guadalajara para el segundo.

Y después para que las cosas se calentaran, vino un penal de Carlos Salcido, expulsión y gol.

En el segundo tiempo, el América tuvo 50 minutos para jugar y conseguir el gol; lo consigue pero el juez de línea dice que estaba adelantado. Y punto.

Así son las reglas, podría haberlo no estado, pero que el América eche a andar toda su maquinaria, que es enorme en este País, televisivamente para decir en sus canales abiertos, satelitales y de paga y hasta la página de internet del Club, que fue un robo no sorprende.

¿Cuándo le han robado al América? ¿Qué le han robado? ¡Si lo tiene todo!

Si es dueño de la Liga y del futbol; si maneja a los árbitros y a los directivos; si es dueño de la Federación; si pone y quita en la Selección.

Si decide en todo lo que tiene que hacerse en el futbol mexicano, es porque así lo ha querido nuestro futbol. O porque así lo ha querido quien es dueño de Televisa y del futbol mexicano.

Pero los Clásicos cambian y ahí desaparecen las estadísticas, desaparece todo y el Guadalajara no fue un equipo de plástico, fue real, que no fue tan débil como en otras fases del campeonato.

Que luchó, que peleó, ante un América que salió deslumbrado por sus puntos, por algunos jugadores que creen que son dioses, hablase de Rubens Sambueza, que desdeñaron a su rival.

Como dijera Séneca: "la religión es verdadera para los pobres, falsa para los sabios y útil para los líderes", y en esta ocasión, Omar Bravo que lideró al equipo, fue suficiente para que Guadalajara ganase 2-1.

Ojalá que esto relance a las Chivas para salvarse de los problemas del descenso y que todo el mundo piense que Jorge Vergara tiene que vender al equipo a "alguien" para que sea mejor.

Es un pena pero así pasa, en el futbol pasan muchas cosas.

Como la lesión de Lionel Messi, un gran jugador que se pierde justo en los momentos cruciales del Barcelona.

Se pierde un jugador que encierra en sus piernas la calidad de muchos y mucho futbolistas.

O pasa como Carlos Kamen, el portero del Málaga, que por algo tiene sentado a Memo Ochoa en la banca, después de la actuación que tuvo frente al Real Madrid ¡detuvo todos los tiros de Cristiano! y el que no detuvo, lo sacó la defensa de la línea.

Así es el futbol, así son los Clásicos y en muchas ocasiones los grandes sufrirán chascos y golpes muy fuertes, o vuelven a las andadas, como se dice.

Que Bravo sacó las castañas del fuego, sí; que Almeyda le ha levantado el autoestima al Guadalajara, también; que ojalá las Chivas sean diferentes de aquí en adelante, sí, lo deseamos todos, lo desea el futbol mexicano y lo desea, por supuesto, el América.

Mientras tanto los Pumas, jugando bien, continúan invictos, ganando sus partidos importantes, van de líderes y ahí van caminando hacia el liderato.

Una vez León, otra vez Pumas y así van, mientras Cruz Azul sigue metido en un hoyo profundo, gris, terrible sin saber a qué juega, ni por qué juega, ni quién lo dirige.

 
 
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