Me resulta muy complicado hablar negativamente de Jorge Vergara porque los detalles y la sensibilidad que nadie más tiene dentro de un mundo del futbol, tan superficial como resultadista y tan mercantil como inmediato, en repetidas ocasiones los ha mostrado.
Hacia finales de 2012 aposté con el dueño de Chivas balones y camisetas para regalar a gente de escasos recursos. Ganó mi equipo y,
sin necesidad de recordar la apuesta, en pocas semanas recibí por paquetería decenas de balones y playeras de futbol con el escudo de Chivas en mi casa. Un gesto difícil de ver en un empresario del tamaño de Vergara.
¿Quién, dentro de nuestro futbol, deja por completo a un lado el proyecto ambicioso de un equipo como Chivas, por el comportamiento inapropiado de su director técnico, en lugar de manejarlo internamente? ¿Quién en el futbol mexicano, se deshace de un campeón mundial juvenil por negarse a estudiar? ¿Quién apuesta con el empresario rival cantidades sumamente fuertes de dinero o especie, para generar bienestar a gente desfavorecida? ¿Quién dentro del particular futbol mexicano toma en cuenta a su afición y abre las puertas y las cuentas bancarias a nuevos proyectos de nuevos desconocidos? Solamente Vergara.
El que da sin involucrarse, el que accede sin llamarte por tu nombre, el que pronostica siempre en favor de su equipo y a lo más alto, el que rompió paradigmas, pero también el que parece incapaz de tomar decisiones, dar continuidad y sobre todo, el que finaliza sus relaciones laborales (y parece que sentimentales también) de manera claramente ríspida.
Él, que tanto parece cuidar las formas y potenciar los valores dentro de una institución, se ha especializado en generar víctimas a corto plazo, que para su desgracia sólo han terminado por desprestigiarle.
Cuesta mucho trabajo justificar decisiones inexplicables como la más reciente: despedir a quienes le dieron tanto, indemnizarles millonariamente, dar el control del equipo a una persona que ni siquiera es presentada; contratar al sucesor en la dirección técnica que arriba incluso antes de ser destituido su antecesor, sin experiencia del medio mexicano ni conocimiento alguno del plantel y a menos de 15 días del Clásico ante el América.
Vergara escribe una novela en la que planea un asesinato con más de 20 sospechosos, el problema es que después de 800 páginas no logra establecer el móvil del crimen ni el autor, en lo que parecía una trama extraordinaria. Por lo mismo, cuesta mucho trabajo hablar negativamente de lo que tuvo destellos únicos y hoy se volvió resultadista, superficial e inmediato.
ffernandez@reforma.com
Twitter: @Felixatlante12