Un caso nada particular
Si en estas fechas creen que la vida de un futbolista es complicada en cuanto a contratos se refiere, déjenme les digo que hace años las cosas eran peores.
Gracias a la tecnología y a la nueva implementación de sistemas en registros, poco a poco los pateabalones han ido ganando mayor tranquilidad, pues también las redes sociales son un factor en las que
poco se puede quedar bajo la sombra.
Esto hoy es posible, pero antes, había muchas injusticias y si no me creen, pregúntenle a Juan Parra, a quien le terminaron su carrera de forma expedita.
Para los que no se acuerdan de él, fue un volante de buena pegada que fue Campeón con los Tecos en 1994, viviendo esos años sus mejores dentro de la cancha, pero el final de su carrera no fue lo que él al menos pretendía.
Para esta actualidad, hablar de que nadie sepa dónde quedó un registro es exageradamente complicado, es más, es imposible, pero a este jugador eso le pasó, o al menos eso le hizo creer el Puebla, lo que le valió para finalizar su carrera más pronto de lo pensado.
EL INICIO
Nacido en Chetumal, Quintana Roo, Parra participó como seleccionado Nacional Juvenil y jugó el Mundial de Portugal 1994.
A pesar de su poca actividad, el jugador se ganó su primer contrato en la primera División de México, los Tecos se lo dieron y tuvo una historia reconocida en el seno estudiantil. Cerca de 7 años vistió la camisa emplumada, fue Campeón y sus repetidas actuaciones le ayudaron para que en 1997 las Chivas lo adquirieran.
Antes de vestir la playera del Guadalajara jugó un año para el Puebla y volvió al Rebaño, dónde participó entre el primer equipo y el Nacional Tijuana, filial rojiblanca en la antes llamada Primera A.
Hasta ahí todo iba bien.
Y LUEGO, LA NOVELA
Para el Invierno 1999, Parra fue buscado por el Puebla de José Mari Bakero y con su carta, cuando todavía existían, fue vendido de forma definitiva a los Camoteros: 400 mil dólares de aquel tiempo era el valor de su carta, para que se den una idea. El conjunto poblano era administrado por Francisco Bernat, sólo como contexto.
Para el Verano 2000, Parra no entró en planes de Mario Carillo y decidió volver a casa, a la UAG, dónde firmó contrato, pero al querer ser registrado, el conjunto zapopano ya no pudo.
¿La razón? El Puebla no había liberado su carta. Al darse cuenta, buscó a los poblanos y comenzó su sin fin de problemas, pues no tuvo alguna respuesta y al verse imposibilitado de ser registrado, el DT Rafael Puente lo relegó.
Al comenzar la investigación, se dio cuenta que el Puebla regresó la negociación por encontrarle un problema de artrosis en la rodilla derecha, justo en los exámenes de rutina. Dicha lesión era producto de una cirugía practicada en 1993.
Aún así volvió al Puebla para jugar el Invierno 99 con un contrato que lo vinculaba hasta mayo del 2000.
Sin posibilidad de jugar, al no tener la liberación, buscó apoyo en la FMF y Álvaro Dávila fue el encargado de mediar el tema.
Ahí se dieron cuenta del regreso de Parra por parte del Puebla.
Dicha acción fue motivada por el argumento poblano que la artrosis impedía al jugador de ejercer su profesión, cuando la dicho padecimiento no es otra cosa que carecer de un menisco que le impedía extender la pierna a toda su capacidad.
Bajo esa explicación, el jugador dejó de recibir su sueldo, y ante falta de ingresos, se vio forzado a firmar un finiquito que lo deslindaba completamente del equipo, anulando su contrato para poder recibir los sueldos pendientes. Sólo le pagaron el mes de noviembre.
Normalmente, cuando un jugador no entraba en planes, tenía derecho en recuperar su carta para ofrecerse con otros planteles, pero con Parra fue distinto, pues nadie supo decirle quién poseía sus derechos.
Ante la FMF, los poblanos eran los dueños, pero para ellos, pertenecía al Rebaño, pues la lesión le impidió cumplir contrato.
A PROBAR SUERTE
Debido a que no podía contratarse, en febrero del 2000 se sometió a pruebas, pues él quería demostrar que todavía estaba apto para jugar y ante las dos versiones y fue examinado por tres médicos: por parte del Puebla, Sergio Cervantes; por el Guadalajara, Alfredo Sandoval, y Víctor Ilizaliturri, una parte neutral por parte de la FMF. Le realizaron los exámenes y se comprobó un problema de artrosis.
Tras realizar los estudios, el doctor de la FMF resolvió que estaba totalmente capacitado para seguir en activo. De inmediato se decretó que el Puebla era responsable de su carta y podía otorgarle la libertad al mediocampista.
OH, SORPRESA
Aún con el veredicto de la FMF, Bernat aseguraba que Parra no podía jugar al futbol, pero al ganarle la batalla, vino la más complicada.
Ya autorizado para jugar, los Camoteros alegaron que su carta estaba perdida y por ende dejó de percibir su sueldo, pues ni el Puebla le pagó ni tampoco los Tecos, ya que no estaba registrado con ellos.
Nadie pudo cambiar la idea del Puebla y alegando el finiquito firmado por el jugador, las cosas se complicaron y nunca más pudo volver a la Primera División.
Es decir, aquellos 7 duelos con el Puebla en el Invierno 99 en los que jugó 265 minutos fueron los últimos del volante en el Máximo Circuito.
Su nombre se apagó y ahí terminó su carrera.
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