Es tan frecuente que un técnico nacional debute en el cargo que se pierde mucho del sentido de novedad que debería desprenderse de ello.
Más aún cuando el primer partido de Ricardo Ferretti es uno anterior a su antepenúltimo. Disculpará usted el juego de palabras, pero es menos enredado de lo que ha sucedido en las últimas semanas en el entorno del Tri.
De cualquier manera, el nuevo
DT aparece fresco y sonriente para iniciar su breve gestión. La primera página de lo que sea tiene esa virtud: no está contaminada por ninguna otra palabra. El gran espacio en blanco reta al mismo tiempo que invita.
Esperar algo radicalmente distinto a lo que solemos ver suena complicado.
Ferretti no está teniendo tiempo para entrenar al equipo ni lo tendrá para dirigirlo demasiado. En un interinato ni se pueden esperar cambios revolucionarios. Lo razonable es mover poco lo establecido y cumplir con el compromiso pactado.
Del lado de los jugadores, tampoco hay cambios espectaculares. Las listas no pueden variar demasiado porque no hay indispensables que no hayan sido llamados y vayan a reaparecer.
De hecho la tardanza del 'Chícharo' y la negativa de Porto para prestar a Corona, mas las lesiones de Oribe Peralta y Luis Montes, hacen ponerle agua a los frijoles para intentar que alcance con lo que se tiene.
Los rivales son de lo más variado: Trinidad y Tobago, con el que ni goleando se coleccionarán méritos, y Argentina, con el que hasta perdiendo con personalidad habría comprensión.
Mientras los directivos continúan con la tarea de buscar un entrenador definitivo, evoca nostalgia ver a Miguel Mejía Barón ser parte del cuerpo técnico tras su largo auto exilio del futbol profesional. O al propio Ferretti, "convencido" de nunca atravesar ese terreno fangoso para cualquier técnico que es la Selección Nacional.
Así pues, se debe aspirar a tener orden y restaurar parcialmente el ánimo de un equipo que se cansa fácilmente de la prensa, haciendo recíproca la intolerancia: el Tri juega mucho, se desgasta, se expone y luego restaña sus heridas haciendo las cosas de manera parecida a la de siempre para reiniciar el circulo vicioso.
La Selección no es tan buena como queremos, pero tampoco es tan mala como a veces la queremos ver.
En la asunción de Ferretti, habrá tiempo sin embargo para el desgaste. Cuatro partidos no son muchos, pero jugar uno crucial contra Estados Unidos generará la presión correspondiente a nuestros fantasmas y traumas.
"Tuca" toma el volante, pero el auto es el mismo. No esperemos cosas imposibles. Sólo que México, con lo que tiene, derrote en octubre a los primos del Norte.
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