Ya transcurrieron más de dos meses (8 de junio) de aquellas declaraciones emitidas por Edgardo Codesal, responsable de área técnica de la Comisión de Árbitros en Cancún, en donde pregonó que se iba a realizar un "plan de desarrollo" con los silbantes, el cual consistía en trabajar cinco días de la semana durante cuatro o cinco horas en todos los aspectos: teóricos, técnicos y psicológicos para
mejorar; sin embargo, no se ha llevado a cabo.
También declaró que iba a dar de baja a la mitad de la plantilla arbitral, puesto que habían rebasado el límite de edad; ya que deben de llegar a la Máxima División con 30 y 31 años de edad para así servirle a Liga MX de 14 a 15 años. Sin embargo, sólo dio de baja a 5 silbantes de Primera División teniendo uno de ellos 33 años cumplidos y dejando a otros con más edad, mantiene incluso en la Liga de Ascenso a silbantes mayores de 35 años.
Además, en relación del lamentable suceso el 4 agosto en Cancún, tras el partido de la Copa MX entre Atlante y Pachuca en donde hubo una actitud racista de parte de los jugadores Tuzos al emitir sonidos emulando a un simio, el susodicho director, declaró que "fue una broma de vestidor de mal gusto entre jugadores". ¡Vamos a creerle!
Entonces ¿por qué el jueves 6, Roberto García y José Luis Camargo, miembros de la directiva de los árbitros, "persuadieron" a su compañero ofendido, Adalid Maganda, para no hacer declaraciones a los medios al respecto?
Además ¿por qué Pachuca que es muy dado a publicar desplegados no salió de inmediato a desmentir los hechos?
Incluso el Comité Ciudadano en Defensa de los Naturalizados y Afromexicanos acudió a la FMF en la persona de Wilner Metelus a solicitar disculpas recibiéndolo el director de asuntos jurídicos de la FMF, Simón Díaz.
A todo lo anterior, me extraña que en la cuarta jornada del Ascenso MX, el silbante Maganda ya no fue designado ni de cuarto oficial, cuando en las tres primeras fue requerido para pitar, incluidas las dos fechas de la Copa MX, dándole a entender que sería un puntal dentro de la plantilla. ¿Le están pasando factura?