El reciente caso de Miguel Herrera debería servir como aprendizaje y no solamente quedarse en lo anecdótico.
Primero, como enseñanza para quienes aspiren a dirigir a la Selección Mexicana.
Un ansiado cargo que conlleva envidiables privilegios pero también incluye ineludibles responsabilidades.
Para desempeñarlo con eficacia y para durar desempeñándolo, quien lo haga debe
cumplir con cierto nivel de rendimiento en distintas facetas.
Estar debidamente capacitado como entrenador para realizar el trabajo diario en la cancha, pero también como estratega para plantear y para corregir planteamientos en cada partido.
Saber comunicarse con todos, ser capaz de sacarles a sus jugadores el mayor jugo posible, funcionar como eficiente motivador y por lo tanto convertirse en una especie de psicólogo empírico.
Aprender a conciliar los intereses económicos con los futbolísticos, saber capotear a los dirigentes y establecer una relación de respeto, apertura y transparencia pero también de sana distancia con los medios de comunicación.
Es decir, y entre otras cosas, ser bueno como entrenador, como estratega, como psicólogo, como comunicador, como motivador, como "agente" de relaciones públicas.
Y así como cualquier director técnico será mejor en la medida en que a más elevado nivel domine cada una de esas facetas y cumpla con diversos requisitos, así debería cumplir con los de su respectivo papel cada actor de este maravilloso juego-deporte-espectáculo-negocio llamado FUTBOL.
Jugadores, técnicos, preparadores físicos, árbitros, dirigentes, comunicadores, aficionados; a cada cual le corresponde desempeñar un papel diferente, y cada quien lo desempeñará con mayor eficiencia si entiende cuáles son los requerimientos, las características, los derechos y obligaciones inherentes al rol que le toca jugar... y aprende a jugarlo lo mejor posible.
Porque sólo así, con cada uno de sus actores desempeñando como se debe su propio papel, podrá elevarse la calidad de este teatro del futbol.
Que cada quien empiece cuanto antes y desde donde le toque empezar.
gomezjunco@reforma.com
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