¿A quién poner?
Los nuevos directivos de la Federación, léase Decio de María y su nuevo equipo de trabajo, van a tener que trabajar horas extras para definir el rumbo de la Comisión de Selecciones Nacionales y sus objetivos, porque los jugadores están a la expectativa de ver quién será el nuevo técnico del Tri, y me cuentan que algunos han dicho que, si no les gusta, de plano se van a
hacer del rogar para las convocatorias.
Parece que la novela de Carlos Vela podría vivir una segunda parte, nada grata para los hombres de pantalón largo, y habrá que platicar con algunos más cuyo ciclo ya terminó y sólo habían accedido a continuar por atención al "Piojo" Herrera.
El nuevo presidente de la FMF sabe que se vienen días complicados, por lo que ha estado sondeando y buscando a colaboradores que reúnan un perfil acorde con sus ideas.
Me dicen que por ahí preguntó por Ricardo Peláez, hombre trabajador que da la cara a los conflictos y es apegado a la disciplina.
El punto es que sus jefes no quieren que deje el América porque ya una vez estuvo fuera y el barco no llegó a buen puerto, por eso es que lo están analizando muy bien, sobre todo por los compromisos que tiene en puerta el cuadro azulcrema.
El karma
Que memoria tan corta.
Ahora que me puse a sacar joyas de antaño y abrir el baúl de los recuerdos, me encontré con una anécdota del año de 1995, cuando el croata Mirko Jozic llegó para dirigir al América tras la salida del holandés Leo Beenhakker.
Resulta que el técnico no era del agrado de un grupo de jugadores, que materialmente le tendieron la camita para que su paso por el Nido de Coapa fuera lo más corto posible.
Cuando un reportero se enteró de los nombres de quienes encabezaban las reuniones para tumbarlo, no espero ni un día para publicarlos.
Obviamente, uno de los delanteros estelares del equipo, que portaba el número 25 y a quien le encantaban las bromitas pesadas, montó en cólera.
Sí... tal y como ahora le sucedió a Miguel Herrera, es más creo que peor, al grado de que, cuando vio al hombre que sacó a la luz la rebelión, lo llenó de insultos, le recordó no menos de cinco veces a la autora de sus días y, cuando se le iba a ir a los golpes, se atravesó milagrosamente Joaquín del Olmo para evitar que la sangre llegara al río.
¿Quién lo iba a decir?
Años más tarde, el ahora ex delantero azulcrema, tricolor y rojiblanco se encontró con alguien que no se aguantó ni tuvo quien lo contuviera para buscar ponerlo en su lugar de manera violenta, y hasta un recuerdito se llevó.
Quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra.
san.cadilla@reforma.com