La historia nos ha perseguido con partidos que México merecía ganar pero terminó perdiendo.
De lo mas reciente, el gol en fuera de lugar que Argentina anota en la Segunda Fase del Mundial de Sudáfrica 2010 o el penal de Robben que cumplió su aniversario hace unos días.
Generalmente, en el melodrama, el Tri resulta el afectado.
Ayer contra Panamá, en una actuación anémica y
nuevamente desconcertante, el Tri se encontró con un regalo cerca del minuto 90: un penal marcado por una mano involuntaria que emparejó el marcador cuando todo parecía perdido.
La reacción en redes sociales y en las transmisiones en vivo no se hizo esperar. Se dudó de la honestidad de Marc Geiger -el desafortunado árbitro- y se deseó que el Tri no avanzara a la Final por falta de merecimientos.
El autocastigo que de repente ejercemos es ejemplar: cuando el viento sopla a favor en una decisión arbitral extrema, reclamamos con mas fiereza que cuando el destino se nos puso en contra.
La actuación de México, con superioridad numérica desde minutos tempranos, no era merecedora seguramente de avanzar a la Final. Pero en el futbol a veces se gana sin merecerlo. Como también se pierde.
El nuevo penal marcado en tiempo extra por una falta sobre "Chuleta" Orozco, no tiene discusión salvo para los afectados. Y entonces se abrió el paso al triunfo que pese a lo desabrido de la actuación, recuerda la frase de Vince Lombardi: "Ganar no es lo más importante, es lo único".
Qué pena haber pasado las de Caín con un rival como Panamá, apelando sólo a la enjundia y poco a la inteligencia. Qué lástima para los canaleros que el árbitro se haya equivocado. Pero así es el futbol y resulta que ahora, jugando mal y con un regalo, el Tri jugará la Final contra Jamaica. No habrá que festejar mucho más que eso. Pero dice la lógica que una victoria nunca debe ser repudiada.
Lo ocurrido en Atlanta contrastó, salvo por la victoria, con lo vivido en el Volcán.
La exhibición de Tigres frente al Inter de Porto Alegre fue espléndida. Pasó a la Final de la Libertadores presumiendo el músculo que le ha convertido en el plantel más caro y de mayor calidad en México. Le gritó futbolísticamente a un tricampeón libertador y terminó regodeándose en los clamores de su victoria. Mandó un aviso al River Plate, su adversario en la Final, y se convierte en el tercer equipo mexicano que disputará el título del certamen sin que sus antecesores lo hubieran conseguido.
Los Tigres son un orgullo para el futbol mexicano y lo representará con dignidad y posibilidades de dar la vuelta olímpica. Lo empezaremos a saber el próximo miércoles.
La victoria tiene diferentes sabores. Pero siempre caerá bien.
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