La Dominguera

San Cadilla
en CANCHA


El Método Guzmán
 
Estilos hay muchos en el banquillo de un equipo: el técnico disciplinado, el obsesionado con el trabajo táctico, el serio, el religioso, el supersticioso y en otro casillero aparte está Daniel Guzmán.

Sí, "El Travieso" es un timonel aparte, con una fórmula que lo ha llevado a ser campeón en el Clausura 2008 con Santos, a rescatar jugadores que parecían

perdidos y a entender a otros que no encajaban.

Podrá gustar a algunos, a otros no tanto, pero no se olvida que fue jugador, que hizo desmanes en más de una concentración, que se equivocó más de una vez y por eso apuesta a ganarse la confianza de los jugadores... confiando en ellos.

Guzmán (31 de diciembre de 1975) no olvida ni reniega de su código postal. Al contrario, se siente orgulloso de haber crecido en Santa Tere, un populoso barrio de Guadalajara, famoso por su tianguis dominical, por su comercio, su mercado y su comida.

Aquel centro delantero que triunfó a nivel de clubes, campeón con el Atlante de Ricardo Antonio La Volpe y subcampeón con la Selección Mexicana en la Copa América de 1993, ahora trata de darle al jugador lo que él siempre quiso de un entrenador.

 
 
DEBUT ROJIBLANCO
 
Como entrenador, Daniel comenzó su andar en la Primera División con las Chivas en el 2002, todo iba bien, pero justo en su gestión al frente de los rojiblancos Jorge Vergara compró al Rebaño y llegó el fin.

Nunca hubo química, así que el "Omniyorch" tuvo el argumento perfecto: "El Travieso" no tenía el título como técnico.

Ese trago amargo fue difícil digerir, pero se sobrepuso y luego encontró otra oportunidad en el Veracruz, al que salvo del descenso comandado en la cancha por Ángel "El Matute" Morales.

Al principio le costó trabajo mandar el mensaje que, aunque fuera un tipo relajado, él tenía el control y el mando del equipo.

En una ocasión, cuando el equipo se iba a trasladar en autobús, el argentino subió al camión y agarró comodidad en los "asientos" que normalmente son para el cuerpo técnico.

Guzmán subió y de inmediato se sorprendió. "Yo quiero ir aquí porque quiero ir poniendo música", le dijo el crack argentino.

El grupo, que veía todo desde las filas de atrás, no sabía cómo iba a reaccionar el técnico, al que le invadían su espacio. Era momento de improvisar.

"Vete para atrás, o si no me voy a lanzar como luchador".

Morales ni se inmutó, segundos de tensión arriba del autobús... y entonces Daniel efectivamente se le aventó a "El Matute", lo que desató las carcajadas del resto. El argentino se paró y se fue para atrás.

 
 
TORTA DE JAMÓN
 
Luego de su experiencia en el Puerto Jarocho, donde Guzmán agarró confianza en su estilo por haberlos salvado, llegó el turno de llevar inesperadamente a los Tecos a su segunda final.

Pero para llegar al subcampeonato, "El Travieso" tuvo que ingeniárselas para hacer rendir a su equipo, especialmente a Daniel "El Hachita" Ludueña.

Al argentino no le gustaba desayunar la comida sana que les ponían en la dieta diaria. A Daniel le llamó la atención cómo la primera comida del día lo ponía de mal humor y se puso a recopilar información.

Averiguó que Ludueña creció en un barrio humilde de Córdoba y que no estaba acostumbrado ni a la fruta, ni al cereal, ni al yogurth. Así que fue, charló con él, hicieron un compromiso... y al día siguiente el menú varió.

Todas las mañanas, "El Hachita" tenía en las concentraciones una torta de jamón con un refresco de cola. Incluso, aunque no estuvieran en el hotel, se encargaba que siempre al llegar al vestidor se encontrara con su lonche y su soda, como desde niño se había acostumbrado.

Le funcionó, pues el argentino se ganó los honores de ser el mejor centrocampista de la Liga en el 2005. El estilo desenfadado de Guzmán fue básico para que la UAG llegara a la Final, que perderían contra el América.

 
 
DE TODO
 
El tiempo de "El Travieso" con los Tecos apenas duró un año, y el Atlas creyó en él.

Daniel vivió de todo con los Zorros, desde hacerse la fama de que en las comidas fuera de la institución que organizaba para el grupo le permitía a los jugadores beber alcohol y no poner regla alguna para sus pupilos, sólo disfrutar el momento.

También, en su paso por el Atlas debutó al exitoso volante por izquierda Andrés Guardado, pues las lesiones le habían pegado al grupo y echó mano de la cantera, más por necesidad que otra cosa.

Con los Rojinegros, tuvo un detalle que hizo que el defensa Guillermo Rodríguez rompiera en llanto antes de un partido.

El defensa había estado muy disperso en los entrenamientos, perdía pelotas de trámite y se notaba bajo en el rendimiento táctico.

Guzmán se le acercó y le preguntó que si tenía algún problema. Tras varios intentos, el charrúa le confesó que estaba muy desesperado porque no sabía nada de su hija que estaba en Uruguay, pues no la podía ver.

"El Travieso" se dio a la tarea de indagar los teléfonos, hacer llamadas, moverse por donde pudo... hasta que consiguió un video en el que su hija le decía que lo amaba y lo extrañaba.

En una charla técnica, antes de un partido, Guzmán proyectó el video y el charrúa le prometió que se iba a matar por él.

Ese mismo estilo lo metería en problemas. Él quería demostrar que era un campeón también para los famosos "asados", y era el propio Guzmán quien los promovía y hasta organizaba. Jugadores de la cantera, los más jóvenes, se quejaron con la directiva que llevaba mujeres a estas reuniones.

La directiva se enteró que en una ocasión, para integrar al grupo, hizo que un futbolista -actualmente de selección nacional- que parecía perdido en el vestidor se encerrara con una chica en un cuarto en esas fiestas; el entonces joven no hizo más que platicar, explicando a la dama de sus convicciones religiosas.

La gota que derramaría el vaso fue, cuando al ser eliminados en San Luis, permitió que se subieran dos mujeres al camión del equipo en el traslado de regreso a Guadalajara.

 
 
EL CAMPEONATO
 
Guzmán llegó a Santos en el 2006, donde descubrió a Christian Benítez; fue hasta Ecuador a convencerlo de que firmara por su equipo, pues él no quería salir para no alejarse de su familia. Desde ese momento supo que iba a necesitar un trato especial.

En una concentración, con todo el equipo ya listo para la cena, el único que faltaba era "Chucho" y se oponía a bajar.

Guzmán se disfrazó de mesero y, acompañado de varios jugadores, simuló que le llevaban un servicio al cuarto. Todos se atacaron de la risa al momento de la broma.

En otra ocasión, "El Travieso" ordenó un entrenamiento regenerativo en el que había que correr para aflojar las piernas, pero de repente se escuchó una voz.

"Yo no troto, yo no troto", decía Benítez.

Daniel, sorprendido, se le acercó, pues todo el plantel se dio cuenta.

- "¿Qué quiere hacer mi negrito?"
 
- "Espacios reducidos", respondió el delantero.

- "Muy bien, muchachos ¡menú deportivo! Hacemos espacios reducidos".

Así se fue ganando el técnico al gran goleador, ahora fallecido.

Otro día tampoco quería correr Benítez, pero ahora se la puso más difícil a Guzmán, diciéndole que quería boxear.

Pues en ese mismo momento Daniel consiguió unos guantes y entró en el vestidor de los jugadores, simulando lanzar golpes a "Chucho", pero en una de ésas se le fue un golpe y lo conectó. El ecuatoriano respondió con fiereza y le conectó a su DT en una costilla. Le fisuró una costilla.

Ese incidente terminaría por unir al técnico y a la estrella del equipo, que hasta el último momento en que coincidieron fue su incondicional.

Criticado por algunos, alabado por otros, el Método Guzmán es diferente. Daniel no se opone a que los jugadores se vayan de fiesta, siempre y cuando le respondan en la cancha y "se maten" por él.

Así, con una experiencia de 14 años en la máxima categoría y un título, Guzmán decidió hacer a un lado el glamour de la Primera para dirigir a sus amados Leones Negros en el Ascenso. Un acto ya pocas veces visto, pero que denota su nobleza y firmeza en sus ideales.

A esta historia aún le restan muchos episodios.

 
 
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