Cuando se anunció la contratación de Roque Santacruz, los partidarios de la Maquina lanzaron por fin un suspiro aliviado.
El nuevo refuerzo no era un desconocido proveniente de un club anónimo, ni sus credenciales eran de dudosa reputación y trayectoria. Se trataba de una figura con toda la barba.
No obstante, las estadísticas con las que provenía de una larga estancia en Europa
activaban una alarma: las lesiones musculares le habían acompañado durante años y su consistencia como titular se había visto generalmente afectada por ello.
Un torneo después de su arribo, Santacruz ha mostrado una gran personalidad, condiciones futbolísticas notables y respeto por su profesión.
Pero también ha mantenido otra constante que le ha caracterizado durante su carrera: las lesiones venían en su equipaje.
Más allá de la desazón que genera esto en círculos cementeros, los números de Roque se unen a los de Ronaldinho durante su contemporánea estancia en el futbol mexicano: son fácilmente superados por muchos de sus colegas, algunos de ellos con pasaporte náhuatl.
El golpe mediático de uno y otro son innegables. Cada quien en su respectiva proporción, generaron interés por verlos jugar y más de un boleto se habrá vendido en muchos estadios gracias a su presencia. Pero como lo mencionó Víctor Manuel Vucetich cuando anunció que el brasileño no continuaría en Gallos, el torneo mexicano necesita refuerzos que vayan hacia arriba y no hacia abajo.
Entre los nombres que están por estrenarse en el torneo de Apertura 2015, aparecen algunos en total plenitud. Destaca el de André Pierre Gignac, quien a los 29 años y siendo segundo goleador de la Liga francesa, quinta mas importante de Europa, es un verdadero refuerzo.
Walter Gargano, Fabio Santos y el mismo Javier Aquino, son futbolistas que hacen saber de la mira de varios equipos: es más alta, tiene mayor poder que antes y la cartera de determinados clubes alcanza para dar un salto de calidad.
El torneo mexicano no alcanza para veranear.
Los nombres de quienes llegan a él sin estar en plenitud aparecerán pronto en la lista de quienes tuvieron que pagar factura, generalmente patrocinada por los equipos que les contrataron.
No ha terminado la historia de Santacruz en nuestro País. Pero el pronostico tiene que estar sustentado en los antecedentes: no va a ser jugador de 90 minutos cada fin de semana.
Qué por lo menos cuando juegue, sea determinante. Es lo menos que espera una afición celeste más resignada cada día.
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