Jaqueca de 8 mdd
Dicen por ahí que al señor Arturo Villanueva, presidente del Querétaro, están por llevárselo al baile por andar tan animado a gastar dinero en ex estrellas mundiales.
Resulta que hace unos días, el directivo, quien anda en Chile viendo prospectos en la Copa América, reconoció que anda muy interesado en fichar a Robinho para volver a acaparar los reflectores de
la Liga MX.
Lo malo es que al directivo de Gallos a lo mejor no le contaron que, en el Draft de Cancún, los promotores le ofrecieron a Cruz Azul, Jaguares y Monterrey los servicios del ex madridista, al cual tasaron en 5 millones de dólares por dos años, lo cual les paró los pelos de punta antes de decir que "no, gracias".
Pero, ¿qué creen? Al señor Villanueva se lo andan ofreciendo en 8 millones de dólares, porque los representantes se enteraron de que los emplumados están ávidos de abrir otra vez la cartera para dar un golpe como el de Ronaldinho.
Yo nomás espero que, si lo fichan, no salga otro cartucho quemado y otro dolor de cabeza para Joaquín Beltrán, quien acaba de psicólogo de estos jugadores, que llegan ganando mucho, pero con muy pocas ganas de entrenar.
Gracias, don representante
Para que Ariel Rojas se haya animado a fichar por Cruz Azul, mucho tuvo que ver con su representante, Fernando Hidalgo.
Al argentino le agrada la idea de venir al futbol mexicano, pero tampoco era infeliz en River Plate.
De hecho, el DT Marcelo Gallardo le pidió quedarse y hasta la esposa de Rojas, Naty, retuiteó mensajes de la afición instándolo a seguir en River. Pero Hidalgo se negó a escuchar la oferta de renovación y les restregó que su chavo se venía para México.
Al final pudo más la influencia del promotor que la de la directiva de River, de su hinchada y hasta de su esposa.
Regañado
Un guardia de seguridad del Aeropuerto Capitalino se llevó el domingo un buen regaño por culpa del Tri.
Ese día, cuando los jugadores que disputarán la Copa Oro comenzaron a concentrarse en un hotel de la Terminal 2, salió el clásico miembro del staff de la Selección que se siente dueño del equipo, quien se puso "pantera" cuando vio acercarse a las cámaras.
El amigo éste se puso tan loco, que antes de subir al elevador le exigió al elemento de seguridad que impidiera el paso a esa gente que "nomás iba a molestar a los jugadores".
El vigilante cumplió con la orden y se puso a apartar a los presentes, pero a media encomienda ya se había armado un relajito que llamó la atención de otros guardias, quienes le pegaron una regañiza a su colega, recriminándole haber obedecido a alguien que no es su jefe ni tenía derecho a ordenarle nada.
Al final, el "dueño de la Selección" se salió con la suya, ni siquiera dio las gracias y nuestro guardia se quedó como perro apaleado.
san.cadilla@reforma.com